Ya en ocasión de lo sucedido con la toma de terrenos que derivó en lo que hoy se conoce como Barrio La Igualdad nuestra sociedad se conmovió al quedar, blanco sobre negro, que en Baradero hay mucha gente desamparada, sin casa, sin refugio alguno donde dar con su humanidad y que la necesidad, que de muy antiguo se sabe tiene cara de hereje, termina por arrasar con formas y costumbres con tal de imponerse.
Lo ocurrido en La Igualdad sirvió para que se apaciguara, por un tiempo nomás, el ánimo de los muchos necesitados, algunos de los cuales hallaron remedio a sus acuciantes problemas mediante aquélla recordada ocupación. No obstante, esa historia con ciertos matices pero similar en el fondo, se ha repetido. Es que cuando un líquido entra en ebullición y el vapor no encuentra salida, lo más probable es que se produzca un estallido de consecuencias imprevisibles y así ha sucedido nuevamente. Vecinos que no encuentran solución a sus problemas de vivienda terminan ocupando un predio que, puede decirse una y mil veces que estaba destinado para lo que fuere, pero nada de eso servirá para anteponerlo a la perentoria necesidad de quien no posee sitio en donde habitar.
El filósofo alemán J. G. Fichte decía, allá por finales de la centuria del año 1700, que «el que no tiene con qué vivir, no debe ni respetar ni reconocer la propiedad de los otros, porque el contrato social ha sido violado en su contra». Estas palabras deberían ser tenidas siempre presentes por todos los gobernantes, por todos los políticos, para que no deban acudir como bomberos a apagar incendios que su propia inacción ha provocado.
El tema de la vivienda y de la tierra es algo candente, un problema que requiere una amplia discusión, que sea llevada a cabo en todo el ámbito de nuestro territorio para buscar una solución que contemple los intereses y las necesidades de todos y cada uno. De no ser así, deberemos resignarnos a que, cada tanto, sin que lo sospechemos a veces, un grupo de vecinos, desesperados, postergados en sus necesidades desde siempre, termine por ocupar la tierra de otros para establecerse. Como ayer ocurrió, como ahora ocurre y como, de no adoptarse las medidas tendientes a una solución, continuará ocurriendo.
El Diario de Baradero
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