Alguna vez. con mucho acierto, José Panzero escribió, comentando la muerte de una persona de nuestra ciudad, «Baradero ya no será el mismo sin él» y parafraseando a José, podría decirse lo mismo ahora, cuando se ha producido el deceso de Miguel Formica que se marchó para siempre justo un día 13. ¡Cómo para no creer en eso de la yeta!, hubiera dicho él.
Miguel pasó, a lo largo de su vida, por varios estados. Se crió en una pobreza digna al lado de su viejo, el recordado «Tronco» a quien admiraba y elogiaba constantemente por su sabiduría para ganarse el pan de cada día. Supo también de la prosperidad y, en ella, nunca dejó de ser amigo de sus amigos y auxiliar a quien lo necesitara y, como mencionaba un amigo, «la llave de su auto estaba al alcance de todos». Son muchas las instituciones de Baradero que algo recibieron de él por aquellos años.
Cuando esa prosperidad comenzó a dejarlo, fue acomodándose a lo que la vida le deparaba sin pisar la cabeza de nadie y, con la misma dignidad que afrontó aquella pobreza de sus años de mocedad, aceptó su nuevo lugar en la sociedad sin reproches y buscando aportar algo para su Baradero querido.
En los últimos años, para ayudar a su economía, se dedicó a hacer publicidad oral y con su auto recorría las calles anunciando lo que deseaban quienes lo habían contratado y difundiendo tango, lo que le valió el reconocimiento de los cultores de la música ciudadana de nuestra ciudad.
Pese a algún deterioro en lo físico, algunos kilos menos quizás, se lo veía bien; pero al parecer, alguna insuficiencia renal, a la que Miguel no le dio mayor importancia o no quiso darle, terminó en pocos días con su vida. Que en paz descanse y que su familia, a la que tanto quiso, sepa que han perdido un padre que solamente luchó por ellos.
Lector, colaborador y difusor permanente de El Diario, vayan nuestras condolencias a todos sus familiares.
El Diario de Baradero
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