El sector agropecuario, tradicionalmente un bastión de apoyo al presidente Javier Milei, enfrenta ahora una encrucijada tras los malos resultados de sus políticas económicas. El reciente default de reconocidas empresas del agro ha desatado una caja de Pandora, generando temores de más incumplimientos y poniendo en evidencia las debilidades estructurales del modelo económico actual.

Durante la campaña presidencial, Milei logró ganarse la simpatía del campo con promesas de eliminación de retenciones y una economía desregulada que permitiría al sector expandirse sin restricciones. Sin embargo, las expectativas iniciales chocaron con la realidad de un mercado descontrolado, un dólar inestable y costos financieros que complican cada vez más la producción. Mientras las promesas de alivio fiscal siguen sin cumplirse plenamente, las dificultades para acceder a créditos y los elevados costos de insumos generan un clima de incertidumbre entre los productores.

El default de algunas empresas del sector marca un punto de inflexión. Este fenómeno, lejos de ser un hecho aislado, podría desencadenar una serie de incumplimientos en cadena, afectando a proveedores, transportistas y otros actores clave en la cadena de valor del agro. La situación es especialmente crítica para los pequeños y medianos productores, que no cuentan con la capacidad financiera para absorber estas crisis.

Ahora el campo se pregunta: “¿Y ahora qué hacemos?”. Las organizaciones del sector comienzan a exigir medidas concretas para estabilizar la economía, incluyendo un control más estricto del mercado cambiario, acceso a líneas de crédito y políticas que fomenten el desarrollo productivo. La relación con el gobierno también está en tensión. Muchos productores sienten que han sido usados como parte de una narrativa política que no se tradujo en beneficios reales para el sector.

El tiempo apremia, y el campo, que alguna vez fue uno de los principales aliados de Milei, ahora duda de las promesas y exige respuestas. La pregunta no es sólo qué hará el gobierno, sino también cómo reconstruir la confianza en un contexto de creciente incertidumbre económica y social. La crisis actual podría ser una oportunidad para repensar un modelo productivo que beneficie no solo a unos pocos, sino a toda la economía nacional.

 

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