Por Inambú Carrasquero – Escuchando a la Presidente de la Nación, desplegando sus virtudes de oradora frente a la Asamblea Legislativa, el día lunes, esperé inocentemente algún indicio que me demostrara que todos los que nos manifestamos descontentos con el accionar de este gobierno, somos realmente un triste rejuntado de malintencionados, gorilones de mala fe, insensibles y deleznables seres en contra de los derechos humanos, faltitos sin criterio propio que repetimos como loros lo que nos cuentan medios como Clarín, TN, canal 13, La Nación, etc., defensores de la ideología que sustentó el terrorismo de estado, socios de los grandes grupos económicos que otrora vaciaron el país y hoy vuelven por más y defensores de lo indefendible.
Digo inocentemente, porque escuchándola no hice, sino corroborar que este gobierno no pierde el pelo ni las mañas; demostró con cada palabra y cada gesto, cuanto desprecia, primero que nada, al sistema democrático al que dice defender y representar y del cual se vale para mantenerse en el poder; salta a las claras la terca resistencia que tiene para reconocer a los otros poderes del estado, sin cuyo libre funcionamiento, mal podemos hablar de gobierno democrático; no hablemos del nulo acatamiento a la voluntad popular que se expresó en los últimos comicios, dando la mayoría a la oposición para que ejerza el control y ponga límites a la actitud avasallante de este gobierno.
Que persona que use a medias, aunque sea, su propia cabezota, puede avalar o justificar la sucia jugarreta realizada por la Presidente, anunciando sin que se le altere el maquillaje, que derogaba el largamente cuestionado D.N.U que creaba el “Fondo del Bicentenario”, a la vez que anunciaba la emisión de otro D.N.U. que en definitiva era lo mismo: la misma caca, pero con diferente olor.
Fue una maniobra tan inesperada, tan subrepticiamente anunciada, que hasta los mismos legisladores de la oposición se quedaron patitiesos; ni hablar de la actitud de los Senadores oficialistas el miércoles pasado, cuando, luego de logrado su objetivo, guachamente, se retiraron de recinto, impidiendo la formación de las comisiones, para que el senado, por fin, se ponga a trabajar.
¿Necesito que alguien me venga a calentar la cabeza, o pertenecer a la “asquerosa derecha” para indignarme frente a esto? ¿No es lícito y razonable que me pregunte adonde llegaremos por este camino? Ya sé, seguramente alguien me dirá: Así es la política !!.
El progreso material es necesario para el bienestar del pueblo, pero también la sustentación moral es imprescindible y nace siempre de la actitud de los gobernantes y de esa actitud también depende la relación armónica con sus gobernados. Dolorosamente, creo que este gobierno, lejos de pensar siquiera en esto, fomenta la confrontación, la fragmentación, debatiéndose en la corrupción, la falta de respeto a las instituciones, el bastardeo de nuestra Constitución y el empecinamiento en sostener una conducta que la mayoría de la opinión pública rechaza. La gran distancia que existe entre la expectativa general y la escena política, solo lleva a escepticismo, al descreimiento y a la desesperación, por comprender que estamos atravesando una situación de emergencia, pero quienes ejercen el control, equivocan los instrumentos con los que se obtiene y se maneja el consenso; es responsabilidad del gobierno, no exponernos a inútiles y renovadas penurias.
Tengamos cuidado, el daño moral e institucional que viene sufriendo nuestra Nación, ha dañado a tal punto el espíritu democrático, que patalear por estas cosas nos convierte en los malos de la película, en enemigos de país y de la democracia, mientras que, los que pegados a un pensamiento vertical, dominante, sosteniendo estructuras mentales petrificadas, atadas a matrices que no sirven ya para analizar ninguna sociedad actual, serian los buenos, los defensores de la libertad y la justicia y los dueños de la verdad.
Me cuesta creer, que con todo lo que nos viene sucediendo, muchos sigan anclados a enfoques anacrónicos, respondiendo crispados, automáticamente, como por hábito o reflejo, sin intentar encontrar otro punto de vista, más novedoso y más útil. Asistimos a la instalación de una sutil trampa, por un lado se habla de aceptar la diversidad, pero vemos que lo único permitido es la aceptación de un pensamiento único, cuyo objetivo es la instalación en la sociedad, de que todo lo que sea actitud crítica o disidente, es golpismo, gorilismo, ultraderechismo, etc.
Evidentemente nos enfrentamos a problemas nuevos, entonces, por que no ensayar al menos, algún camino de pensamiento también nuevo, a partir del cuestionamiento de ESTA realidad y quizás no sea necesario caer en los ya consabidos esquemas cavernarios que no encajan en el problema actual. Tal vez algunos están mirando la realidad en función del ideal que tienen de ella, es decir, ya condicionados por una serie de teorías armadas para interpretar situaciones que no necesariamente se repiten en la actualidad; ésta es una actitud de gran comodidad pero totalmente inútil. Porqué no dedicarnos a pensar esta realidad partiendo de cero, asistidos solamente por el mas elemental sentido común y así comportarnos coherente, positiva y respetuosamente en esta difícil instancia del país.
Es hora de que los argentinos empecemos a separar la paja del trigo; basta ya de pensamientos ciegos y estúpidos, de inútiles prejuicios, que solo son fuente de más conflictos y generadores de más sectarismos y antagonismos. Estamos lastimosamente divididos y enfrentados, cada uno atendiendo sus propias necesidades y falencias, mientras se nos escapa la ineludible verdad de que habitamos el mismo país y todo nos concierne a todos.
Para finalizar, quiero ahorrarle trabajo a cualquier lector suspicaz: no soy, ni de la asquerosa derecha, ni de la leguleya izquierda, ni del insípido centro; solo soy una argentina que pienso el país que veo y vivo todos los días, el real, no el virtual, como dijera nuestra inefable Presidente. Vengo a exponer mis conceptos y criterios, dispuesta a modificar mis esquemas, si reconozco en otros argumentos la razonabilidad necesaria para ello.
Inambú Carrasquero
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