De mitos y realidades
Algo que siempre llamó mi atención es por qué nuestra ciudad no tiene conexión directa con el imponente río Paraná a través de la zona isleña que se despliega a lo largo del cauce del río Baradero, lo cual obliga a subir hasta San Pedro para poder alcanzarlo.
Los lugareños comentan a modo de anécdota – el punto es que nunca pude confirmar si es un mito o una realidad– que antiguamente la vinculación existía a través del río Pinto y que un buen día alguien “mandó a bloquear la desembocadura (desconozco el año) porque por esa vía se contrabandeaba” (¿?). Hoy el río Pinto muere diluido en alguna parte de la isla. ¡Qué desperdicio!
Realidad o mito histórico, la situación me lleva a reflexionar si no se está desaprovechando un recurso invalorable para la economía local. Tener una salida directa al Paraná desde Baradero no solo permitiría ahorrar recursos (combustible y tiempo en el transporte fluvial con las islas), sino que incentivaría las actividades náuticas, deportivas y hasta turísticas. Con el tiempo, se instalaría en el área una infraestructura tipo Delta (posadas, recreos, clubes) tan buscada por los turistas y que hoy el río Baradero y sus adyacencias no tiene.
Asimismo, se daría lugar al denominado turismo cultural al brindar la posibilidad de visitar a los isleños y conocer sus historias, que – según me comentan- son apasionantes; y se beneficiaría económicamente a estos habitantes de la zona al acercarles otras posibilidades de sustento, como la venta de producción, artesanía autóctona, gastronomía, etc.
En suma, se trata de una realización que se inscribe perfectamente en la concepción moderna del turismo que impulsa la integración de la comunidad como un prerrequisito para que cualquier proyecto sea sustentable en el tiempo.
Simplemente propongo el tema para reflexionar, más allá de su viabilidad técnica que quedará para los expertos; y su realización, en la decisión política que debe incluir necesariamente a los sectores público y privado.
Rubén Mattone
Comentarios de Facebook