“Decidíos a no servir más, y ya os veréis libres, no pretendo que lo empujéis o lo sacudáis, si no tan solo que lo dejéis de sostenerlo, y veréis que, cual un gran coloso a quien se sustrajo su base, por su propio peso se derrumbara y se romperá” Étienne de La Boétie.
Este sábado estuvimos en el predio donde se encuentran esas tierras ociosas que algunas personas frente a sus necesidades decidieron darle un uso.
Frente a la negación, frente a las idas y vueltas, frente al maltrato institucional, los miembros de La Toma simplemente le dieron la espalda. Decidieron hacer otra cosa. Decidieron tomar las decisiones por ellos mismos. Es que como nos comentaban los ocupantes de los terrenos: todos los días durante todo el tiempo de la toma, se hicieron presentes en la municipalidad, sin conseguir más que promesas vacías, maltrato y amenazas. Frente a esto, decidieron tomar el destino en sus manos. Desde ahora no volverán a la municipalidad, no volverán a escuchar las hipocresías de Leonardo Peris, ni las amenazas de Leda Piñero. Todos los terrenos se están dividiendo en 15×30 para todos iguales y del mismo modo con cualquier persona nueva que llegue al predio con necesidad de un lugar donde vivir. Por otro lado los servicios de agua y luz también los conseguirán ellos mismos. Por ultimo se esta impulsado la creación de una cooperativa para la construcción de sus propias viviendas.
Una nueva subjetividad forjada al calor de la lucha
Quizás el cambio más grande que vimos fue la relación entre ellos. Cuando fuimos por primera vez a los terrenos, nos encontramos con gente muy amable, que querían hacer algo para cambiar sus vidas. Esto considerado de forma individual, pero en la relación entre ellos como grupo había divisiones, hasta se podría decir que cierta desconfianza. Los unía la situación, pero las diferencias eran fuertes. Dos meses de resistencia y lucha produjeron que estas personas que al principio se miraban con desconfianza, hoy trabajen todos juntos, se respeten mutuamente como un nosotros heterogéneo. Como dijo una de las compañeras “somos una gran familia”. Hicieron causa común de su situación, no solo con quienes están tomando actualmente sino con “cualquiera que necesite un lugar para vivir, se lo respetara y se le darán los mismos derechos que todos” Según expreso una de las referentes.
La hipocresía de Peris, las amenazas de Piñero y la violencia del poder contra la dignidad rebelde de La Toma
Muchos han sido los intentos por amedrentar, por dividir por desgastar el movimiento. Pero no nos deja de llamar la atención, los últimos sucesos. Por un lado, un personaje que no sabe muy bien a donde ir. Leonardo Peris, que con sus muchas idas y vueltas, les pidió que se fueran del lugar, que una vez que se vayan, podrían censarlos y dividir bien los terrenos… Un poco extraño el pedido, seria algo así como: “Compañeros abandonen la lucha, abandonen todos sus esfuerzos, que una vez que se rindan, una vez que recuperemos el lugar se los devolveremos”. Otra de las formas extrañas utilizadas por Leonardo para tratar de dividir, es el intento por ponerlos a unos contra otros. Divide y reinaras pensó
Leonardo y actuó en consecuencia, les dijo a algunas de las familias que les darían los terrenos pero que si por “casualidad” el terreno designado estaba ocupado por otra familia ellos tenían que ir y “sacarlos”. Nada más perverso, nada más ingenuo. Ponerlos a unos contra otros, en base a la urgente necesidad, despreciable actitud la de Leonardo. Y que decir de Leda Piñero la concejal que en una de las tantas visitas a la municipalidad, intento obligar a las familias para que abandonen los terrenos o de lo contrario serian expulsados por la policía a fuerza de “palos”. Cuando quisieron dividir, unieron, cuando quisieron debilitar, fortalecieron. Cada uno de los intentos fueron frustrados y utilizados para mejoran la lucha, la violencia fue transformada en solidaridad.
Es que estas personas no se amedrentaron frente al poder, solo le dieron la espalda, decidieron hacer ellos mismos lo que el gobierno les niega, una vez más demostraron que la dignidad rebelde puede lograr, cuando es colectiva, otra forma de vivir.
Cristian Juliá
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