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Fernando López Díaz trabaja en un estudio novedoso sobre el cáncer que implica un «cambio de paradigma» en la materia y esperan que permita detectar y prevenir la formación de tumores cancerígenos.
López Díaz descubrió junto al equipo de científicos que lidera en el centro de investigación Salk Institute, en California, un mecanismo de supervivencia que existe en las células de mama que acaban de convertirse en premalignas que puede abrir la puerta a nuevos métodos para detener tumores.
El trabajo, publicado esta semana en la revista especializada Molecular Cell, planteó la posibilidad de que con nuevos tratamientos algunos tipos de cáncer puedan prevenirse incluso antes de que se desarrollen.
La investigación, que demandó cerca de ocho años de trabajo, determinó que una proteína conocida como factor de crecimiento transformante beta (TGF-?), considerada como un supresor tumoral en el desarrollo temprano del cáncer, en realidad podía promoverlo una vez que una célula se desplaza hacia un estado pre-canceroso.
«Con nuestro trabajo encontramos que esta proteína puede impedir la muerte de células pre-cancerosas”, explicó a Télam el investigador cordobés, doctor en Química y especialista en biología molecular.
«Con nuestro trabajo encontramos que esta proteína puede impedir la muerte de células pre-cancerosas”
Fernando López Díaz El estudio reveló también que la proteína TGF-? puede interferir la función de la proteína antitumoral P53, que busca enviar señales a las células para reparar el daño del ADN producido por el cáncer o la quimioterapia y, si no tiene éxito en esto, les ordena a las células morir.
La proteína TGF-? sería entonces una de las responsables de la «ruta de la P53 sea saboteado» para que las células se conviertan en cancerígenas, señaló el investigador del Laboratorio de Biología Regulatoria en el Salk Institute, que tiene 40 años y se graduó en la Universidad Nacional de Córdoba.
Romper con el dogma vigente desde hace unos 15 años sobre la proteína TGF-beta y llegar a un resultado «que cambia el paradigma» en el campo científico, implicó superar fuertes resistencias desde el círculo de la ciencia y la consiguiente necesidad de «obtener más pruebas y más fundamentos para convencer a nuestros revisores de que esto era así», reseñó López Díaz.
Ahora, el desafío es investigar las razones que llevan a la proteína TGF-beta a convertirse en el próximo enemigo a derrotar.
El objetivo será descubrir «qué es lo que tienen de distinto estas células que hacen que respondan de esta manera», utilizando nuevas tecnologías que permitan «tratar de entender los genes y tratar de hacer una prueba de las condiciones que establecen esta presencia», agregó el investigador.
En definitiva, será detectar «cuáles son las características que permiten identificar cuándo el efecto de esta proteína va a tener malas o buenas consecuencias”, agregó mencionando además la posibilidad de usar «fármacos que ya son utilizados» en la actualidad «pero en otro momento» del proceso, previniendo de esa manera el desarrollo del cáncer.
Para el científico argentino el hallazgo es, además de un tema de relevancia en salud humana, «una satisfacción muy grande» tras el esfuerzo realizado desde los inicios de su carrera y su llegada a San Diego, California, en 2005 para formar parte uno de los cinco mejores institutos de investigación, que actualmente cuenta con cinco premios Nobel entre sus expertos.
Motivado por la misma naturaleza de la ciencia, que «tiene un ciclo laboral muy diferente a otras actividades y tenés que salir a buscar a dónde moverte» para lograr nuevas oportunidades de desarrollo, llegó a Estados Unidos con la incertidumbre de quien migra más las incógnitas de insertarse en un mundo altamente competitivo.
«¿Estaré a la altura? ¿Podré competir con esta gente?», recordó el bioquímico que se preguntaba a sí mismo apenas arribado al Instituto Salk, para acto seguido contestar con seguridad que hoy está donde está gracias a su educación, recibida «íntegramente en Argentina».
Telam
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