Hace frío, mucho, las nubes amenazantes presagian la llovizna, voy camino con José al «Barrio Igualdad», las banderas de Bolivia, Paraguay, Perú y Argentina flamean juntas, los mástiles agarrados con alambre al cerco parecen ceder. Miro a mi alrededor, sigo viendo lo que vi por primera vez cuando fui con «Ogui», NECESIDAD.
Estaban casi todos, típico de clima preelectoral: risas falsas, saludos obligados y la palpable NECESIDAD reflejada en esos rostros que nos rodean mirándonos como sapos de otros charcos… Venía de comer en casa un buen almuerzo, de estar calentito, me siento indigno de estar compartiendo algo con toda esa gente, no es justo que haya tanta desigualdad, no me siento culpable pero si comprometido y en deuda. Chicos contentos, por suerte abrigados, pero sus ojos lo dicen todo: NECESIDAD.
Lorena no viene, está en la casa repasando el discurso que junto a «Poly» escribieron mil y una veces hasta que salió como ellas querían. Siguen llegando con autos que quizás nunca mas pasen por esas calles. Vamos de un lugar a otro charlando con la gente, me encuentro con un conocido de la colectividad boliviana, se acerca y me dice: «Hoy están todos, falta Carossi y cartón lleno», me hace reír, su mensaje no difiere de lo que estoy pensando.
Hago un rápido paneo y observo gestos, miradas, movimientos de la bocas, no hace falta estar cerca para comprender lo que se dicen, sigo mirando, pienso, conjeturo, busco respuestas ante tanta falsedad, desprecio y ambiciones políticas desmedidas. Busco la solidaridad pura, aquella que nace del corazón y no la encuentro, no llega en los autos que vienen, ni las trasladan las personas que viajan en ellos, la consigna es una sola: CAPTAR VOTOS, llevar agua para sus propios molinos. Me da bronca, aquellos que alguna vez despreciaron, condenaron y criminalizaron la toma, hoy están «celebrando» junto a sus «víctimas».
Sigo mirando alrededor y sigo viendo NECESIDAD en cada uno de los «ranchitos» que parecen sucumbir al viento impiadoso de esta fría tarde de Julio. Por fin llegó Lorena, acompañada con su fiel amiga Paola, y emocionada y quebrada en llanto aquella mujer madre de seis hijos que alguna vez terminó presa por desidia del poder, empezó a leer un discurso cuyo contenido era tan o mas duro que el frío penetrante de este domingo de Julio. Cerré los ojos y cada palabra era una directa puñalada al corazón de la bestia, aquella bestia que los discrimina, que los estigmatiza, que los excluye, que los usa, que los mete presos, que los subestima, aquella bestia que los quiere «afuera del sistema». Aplausos. ¿Qué aplauden algunos de ustedes, CARETAS!?. Calmate Luis, contá hasta 10 y seguí mirando a tu alrededor, fijate todo lo que falta por hacer, cuanto compromiso incumplido, no, no, no, no apartes la mirada de esos ranchitos que no deberían existir pero son la realidad del pueblo, aquel pueblo que soñas que cambie algún día.
La voz del parlante interrumpe diciendo: «el señor intendente municipal no a podido estar presente para entregar los permisos precarios por razones personales». Nadie dice nada, son mansos, saben que si se enojan pierden, y perder para ellos es no tener los derechos básicos, un techo, luz y agua o terminar golpeados en la cana por protestar. El poder es así, no repara en cinismo ni escatima en asfixiar. Me invitaron a tomar chocolate y a comer, no pude aceptar, para mi era gula, para otros era quizás el único plato del día, no debía.
Nos vamos, con la firme convicción de haber estado presentes en ese día tan especial , no por compromiso, simplemente estábamos porque la necesidad nos había convocado, llegamos y nos fuimos con las manos vacías, no llevamos promesas ni dádiva, pero nos llevamos la firme convicción de que nos espera una enorme responsabilidad de trabajar duro para que esto no vuelva a ocurrir, ojalá el barrio IGUALDAD sea el último asentamiento en Baradero por falta de políticas concretas en materia de derechos humanos y justicia social , y de no ser así, Dios y la Patria nos los demanden.
Luis Verdina
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