
El titulo a Martín quizás lo ofenda, no porque no le guste sino porque sienta que es demasiado.
Sin intentar hacer una paralelismo con «El Che», su historia de vida, las adversidades, su sacrificio, sus ideales, su lucha, el rugby y su posición frente a la vida, lo acercan bastante al mundialmente conocido Ernesto Guevara Linch.

En abril de 1993, Martín perdió su pierna en un accidente en moto. Su mayor preocupación fue que así no podría jugar más al rugby. Deporte al cual ama tanto que de solo mencionarlo se emociona.
“A raíz de un accidente en moto volviendo de Pergamino a la altura del Arrecifes con un camión sin luces y tengo amputada la pierna izquierda a la altura de la rodilla».
Luego de su recuperación, fue rechazada la posibilidad de jugar al rugby nuevamente; la alternativa, entonces, fue el atletismo, allí se hizo conocido por su sacrificio.

Al deporte le sumó su incansable lucha por los Derechos Humanos y en especial reivindicando a los rugbiers desaparecidos, la mayoría de ellos pertenecientes a La Plata Rugby Club, de los cuales reivindicó su militancia y pudo homenajearlos. Él reconoce que hace 30 años este era un deporte que practicaba una elite, las clases sociales más acomodadas, pero a su vez cuenta que un revolucionario como «el Che» también lo hacía.
«Lo primero que pensé cuando perdí la pierna fue que nunca más iba a poder jugar al rugby, yo era el capitán de la intermedia con 26 años y la verdad lo que pensé no fue que me iba a faltar la pierna, sino que me iba a faltar el rugby, por eso después de 21 años cuando pude volver a jugar- cerrar el ciclo y fue todo para mí».

Como maratonista, entre otras tantas, estuvo presente en muchas de las «Carreras de Miguel» para homenajear a Miguel Sánchez, ese atleta tucumano que hacía trabajo social y cuando volvía de correr por tercera vez la San Silvestre, en Brasil, un grupo de tareas lo arrancó de su casa en Berazategui. Los matones le ordenaron a Miguel que se pusiera el equipo de gimnasia que estaba en una silla. Miguel, empleado de maestranza en el Banco Provincia, tenía nueve hermanos y 25 años cuando lo chuparon. Jamás apareció.

En el 2008 emprendió una travesía considerada como la “Ruta del Che” entre Argentina y Bolivia, en un claro mensaje de inclusión social para los discapacitados y en homenaje a los 30.000 desaparecidos en la dictadura, a los chicos de Malvinas y a la referencia del Che Guevara.

También corrió varias veces la réplica italiana de la Carrera de Miguel, «Corsa di Miguel», que se lleva a cabo en Roma.

A pesar de lograr un nombre al cual reconozca el periodismo para hacer pública su lucha por los derechos perdidos de tanta gente, sentía un vacio en lo personal.
«Yo en realidad quería volver a jugar al rugby pero en ese momento no me aceptaban y me dedique a correr carreras de calles hasta lograr la distancia máxima de una maratón que son 42 kilómetros y a raíz de una nota que vi en una universidad que estudiaban periodismo deportivo hablaban de un jugador amputado abajo de la rodilla que jugaba al rugby y me desespere por esa nota y por el precedente y llame al presidente de mi Club y le dije que quería al menos jugar mi último partido.
Fue así que la URBA me dio el apto físico y el 20 de Septiembre de 2014- en realidad iban a ser unos minutos en un solo partido y gracias a mis compañeros es que a partir de ahí estoy jugando en Porteños, el sábado pasado fue mi partido número 30, una alegría bárbara».

Martín, de aspecto tosco, rebelde, se emociona cuando le preguntas que es el rugby para él y le cuesta definirlo porque es algo que solo quienes lo practican lo perciben, lo sienten.
«El rugby no discrimina, al rugby pueden juegan lo flacos, los gordos, los petisos, de cualquier clase social, hay roses, golpes pero después en el tercer tiempo se comparte una cerveza, una charla, es maravilloso»
Antes de cada partido a la prótesis la cubre con diferentes materiales para asegurarse de no dañar a los demás, pero pidió expresamente que no le tengan piedad en el juego.

El pasado fin de semana, arribó al Tiro Federal Baradero con sus compañeros del Club Porteño, para ser parte del equipo de la intermedia, por el grupo IV de la URBA.
«Yo le aviso a mi capitán que le avise al réferi que el mejor homenaje que me pueden hacer es que me partan en el medio de la cancha, porque yo los voy a buscar igual, por eso me lleve ese golpe no. Es más tengo una anécdota con un jugador que me dijo en un tercer tiempo que la próxima vez que me vea en la cancha me iba a buscar y yo le respondí, golpéame que va hacer muy bien recibido y fue así al partido siguiente me fue a buscar y me llevo puesto.”

Como hombre que no le da la espalda a los desafíos, luego de charlar con Las Escorpionas, hoy fuera de competencia por falta que jugadoras, se comprometió a ayudarlas y en la entrevista para BTI, invitó a las chicas de Baradero a que se sumen a la experiencia de vida que es jugar al rugby.

Para finalizar, reproduzco el cierre de una de las tantas notas sobre Martín Sharples, el redactor del sitio girabsas.com, Agustín Simesen de Bielke, escribió:
Una vida atravesada por la desgracia y la adversidad bien podría haber condenado a Martín a la autocompasión. Sin embargo, su espíritu de superación, basado en el amor propio y en metas para otros inalcanzables, le dieron el sustento para seguir adelante.
Sin proponérselo, Martín es un ejemplo para todos aquellos que buscan motivos para no rendirse, cuando sienten que el destino se tuerce y estrangula el alma.

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