Los elementos de trabajo de Héctor «El Flaco» Cáceres, un personaje querido por toda la comunidad, que nos dejó la semana pasada generando mucho dolor en los baraderenses que todas las mañanas disfrutaban de su presencia alegre y cordial, se encuentran resguardados en la oficina de las Cooperativas y surgió la idea de poder hacer un rincón en el museo u otro lugar para recordarlo a él y otros vecinos populares.
A las herramientas de barrendero, se le sumarian fotos, relatos, ropa y poemas que recuerden al Flaco, ese personaje que ya forma parte del ADN de la ciudad.

Si bien está idea surge de la misma gente y hablada con los familiares, aun no cuenta con el aval de la Municipalidad y hasta algunos pensaron que se trataba de algo descabellado.
Desde este medio, creemos que las autoridades no se negar a esta iniciativa, son costo economico, de darle el valor que merecen «los personajes», esos seres que en su paso por la vida han dejado una marca imborrable en la cultura popular. Ellos también escriben nuestra historia.

Rodolfo Marzano, responsable de las Cooperativas de Trabajo habló con BTI y contó porque Héctor Cáceres siguió trabajando a pesar de estar tramitando la jubilación; “realmente es curioso porque todos nos queremos jubilar para dejar de trabajar, pero él quería seguir trabajando, es una cosa de locos y realmente los vecinos acá cuando no lo vieron empezaron a preguntar qué había pasado y entonces un poco a pedido de los vecinos y un poco a pedido de él le hicimos un contrato con las cooperativas del municipio para que el pueda seguir trabajando, porque él quería trabajar.
Recuerdo que me dijo sí entraba a las cinco de la mañana y yo le dije;<con el frio que hace flaco entra a las ocho>, es así que lo teníamos de ocho a doce pero él se iba cerca de la una hasta que acomodaba sus cosas y le había faltado una escoba y me pidió permiso para dejar todo en la oficina por eso tengo sus cosas acá».
¿El flaco pidió seguir trabajando?
«El quería seguir trabajando y cuando realmente le confirmamos que iba a seguir vino a la oficina y se largo a llorar, él quería seguir porque era su vida, ya era parte del paisaje de este pueblo y aparte tenía el apoyo de los comerciantes del lugar y de los vecinos, entonces inmediatamente hablamos con el ejecutivo y con la gente de personal y los tomamos en las cooperativas».
¿Ustedes notaron que estaba mal de salud?
«El último viernes los vimos como tosiendo y le dijimos que se vaya a dormir, a descansar y nos extraño que el lunes no vino, después todo sabemos lo que sucedió. El tenía una planilla para él y nos obligaba a hacer la panilla porque el firmaba cuando entraba y firmaba cuando salía a pesar de todo.
Nos pareció raro porque él siempre venía, venía con caramelos, cada vez que cobraba traía un alfajor para las chicas o por ahí a él le daban unos paquetes de harina y él lo dejaba para el que más lo necesitaba.»
¿Qué opinas de hacer un rincón en el Museo u otro lugar con sus cosas para recordarlo?
«Las cosas del flaco están en la oficina a disposición, hay un poema muy lindo que escribió Jorge Romero y me parece que se podría acompañarlo.
Era un honor para nosotros tener semejante persona que quiera seguir trabajando y brindándose por la sociedad sin nada a cambio, con el solo hecho de poder tirar una sonrisa o un amague con él decía.”
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