Quizás sea demasiado pretencioso el título de este escrito, pero realmente es lo que nos está pasando cada día que nos levantamos. Estamos en las manos de Dios, cuando compramos alimentos, remedios, tomamos agua de la canilla, etc., no tenemos la seguridad de que estén en buen estado, ya sea por contaminación, por tener cortada la cadena de frío o quien sabe cuantas cosas mas; y cuando nos disponemos a trabajar, tenemos que fijarnos muy concienzudamente si no hay caras raras en los alrededores, para no pasar a ser un numero mas de la inseguridad, ya que robos o muertes son moneda común en este, mi país.
Por segunda vez y con demasiada suerte, he recibido la visita ingrata de ladrones en mi negocio, con la burda modalidad de “mecheras”. Tan burdo fue el robo, que fueron descubiertos al instante y a los pocos minutos, gracias a la eficiente participación de nuestra Policía, apresado el masculino actuante.
Ahora me pregunto ¿hasta cuando la Policía seguirá actuando de esta forma?, porque gracias a las leyes con orientación “garantista”, el autor del robo a mi negocio, en menos de seis horas estaba en libertad, amenazaba a los agentes de Policía con denunciarlos si lo tocaban, pedía a los gritos a un defensor, enloqueció a toda la comisaría, etc., esto pasa porque tienen experiencia por estar innumerables veces detenidos y algunas cuantas presos, al menos por lo que a cuentagotas, pude saber. Y digo ¿hasta cuando? Porque si yo fuese el Policía que tuviera que detener continuamente a un ladrón, para que el mismo día lo dejen en libertad, cuanto tiempo seguiría con ese trabajo? Para que me molestaría en concurrir a un robo? Para que arriesgaría mi vida? Si ni siquiera puedo tocarlo si me falta el respeto, o me escupe o me tira un golpe, porque eso representa que me suspendan sin goce de sueldo y que quede en mi foja de servicios, que saltará inmediatamente ante el requerimiento de cualquier fiscal de garantías que me pueda tener entre ojos por algún otro motivo.
He escuchado muchas voces pidiendo las fotos de los ladrones, yo mismo, en un momento, puse en la vidriera de mi negocio, la foto del delincuente que atacaba, tiempo atrás, a ancianas solas, como respuesta, recibí la visita de un Policía, indagándome el motivo y la forma por la cual había conseguido dicha foto, ya que esto estaba en contra de sus derechos y garantías (en resumen, la saqué). Las garantías que asisten a los autores de ilícitos, impiden por ejemplo, que el denunciante pueda verlo, pues si la Policía lo permite, puede ser acusada le lesionar los derechos del detenido y un abogado defensor, puede pedir que se declare nula toda la causa; recordemos además, que la mayoría de los delitos son excarcelables.
Estoy convencido, de que nadie puede estar en contra de la defensa de los Derechos Humanos, pero aquí se trata de que han proporcionado a los delincuentes tantas y tan incomprensibles garantías, que, los que optamos por respetar las Leyes, nos encontramos inermes, sin posibilidades de que se nos garantice seguridad para nuestras vidas y para nuestros bienes.
Todas estas preguntas me llevan a la siguiente reflexión: estamos absolutamente desamparados, estamos en las manos de Dios.
.Enrique Rafael Crescenzi
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