Página/12 de hoy (25/1) dedica las páginas 4 y 5 a reseñar una movilizaciòn de organizaciones kirchneristas rosarinas para protestar por la «crisis de seguridad» en Santa Fe.
Desde hace rato el kirchnerismo viene levantando las banderas de la lucha contra la inseguridad, que son banderas que la oposición derecha levanta desde siempre contra el kirchnerismo. Y, en una especie de toma de yudo, los kirchneristas dirigen su protesta contra el gobierno «socialista» santafesino. Los «socialistas», ya se sabe, están trabajando para oponer un «frente de centroizquierda» al kirchnerismo.
Así, el kirchnerismo mata dos pájaros de un tiro: se apropia de una bandera que está en manos de la oposiciòn de derecha, y señala con el dedo acusador a la presunta oposición «de izquierda» (o de «centroizquierda»). Los «socialistas» y sus aliados «libres del sur», naturalmente, salen a denunciar la maniobra kirchnerista. La ultraizquierda, como es su costumbre, se refugia en su maximalismo táctico y sale a gritar más fuerte que todos (organizó en Rosario una marcha para protestar por la inseguridad pero diferenciándose de los kirchneristas).
¿Qué deberíamos hacer en casos como estos? Antes que nada, esclarecer el fenómeno.
Tiene razón el kirchnerismo cuando denuncia la inoperancia del «socialismo» santafesino para garantizar la seguridad ciudadana y combatir la delincuencia y el narcotráfico. No es en lo que denuncia donde anida la trampa kirchnerista. La trampa anida en lo siguiente: excluir de la denuncia a gobiernos como el bonaerense, donde la inseguridad no es menor que en Santa Fe. Es decir: la trampa consiste en denunciar sólo a unos por pecados que cometen todos.
La oposición hace algo análogo cuando denuncia el enriquecimiento de funcionarios oficialistas. ¿Y los funcionarios opositores? Es legítimo preguntarse cómo han hecho para enriquecerse CFK o sus adlàteres. Pero, ¿cómo han hecho para enriquecerse los Carrió, Bullrich, Macri, De Narváez, Solanas, Scioli y tutti cuanti? Porque a la hora de consultar patrimonios, lo que surge con claridad es que los supuestos «dirigentes» son todos millonarios, sin importar si revistan en la «centroderecha» o en la «centroizquierda», en el oficialismo o en la oposición. Y no sólo los «dirigentes» políticos se dan la gran vida mientras los trabajadores viven en la angustia del día a día: a los periodistas «progresistas» como Lanata o Verbitsky, el bolsillo les sonríe tanto como a los reaccionarios Grondona o Morales Solá. Unos son «de izquierda» y otros «de derecha; unos son opositores y otros oficialistas. Pero a la hora del almuerzo, se sirven sushi, no mortadela.
La falta de seguridad es consecuencia de las condiciones sociales que la generan. Para acabar con la inseguridad hay que empezar por acabar con quienes generan esas condiciones sociales, culturales y políticas que hacen posible la inseguridad.
Gustavo Cangiano – Profesor UBA
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