Y así va terminando un larguísimo día en el que hemos transitado todo un sinfín de sensaciones. Desde que vimos con nuestros propios ojos al fuego apoderándose de nuestra estación, nuestro lugar de identificación (y que a mí, en lo personal, me identifica con mi barrio desde mi infancia), con impotencia por no poder detenerlo, con dolor por sentir cómo se consumían parte de nuestras esperanzas, con llanto, bronca por ver la desidia, la inoperancia de un estado ausente que siempre intentó menguarnos a fuerza de palmaditas en la espalda y postergaciones, con la angustia de volver y verla, ya quemada, con incertidumbre.
«Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad».
Pero no todo es negro, no todo es ceniza. Nuestro proyecto colectivo independiente sigue en pie, por amor a la construcción de un espacio que nos acerque, que nos proponga nuevas formas de ver las cosas, que fomente el compartir, que nos dé la posibilidad de expresarnos, de pensar, criticar.
Ahora, nuestra estación (la de todos) está tapiada, cerrada, clausurada, a la espera del polvo y el tiempo, pero nuestras cabezas, nuestros sueños siguen libres, y vamos a seguir adelante contra las adversidades, porque este sólo es un capítulo más.
Alejandro Aguilar, Asamblea La Estación
Los esperamos a todos este sábado, asamblea abierta para definir como continúa la lucha. ¡Necesitamos de todo Baradero presente!
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