Estamos a Tiempo

Educar más hace a una ciudad más bella.

Baradero mi querida ciudad , donde elijo vivir, me gustaría que mejoráramos, y creo que podemos hacerlo. Es casi una tradición escuchar a los funcionarios políticos, tanto del oficialismo como de la oposición, hablar en un tono suave y a la defensiva. Es como si estuvieran en un eterno saludo diplomático, tratando de no pisar ningún charco. Este estilo refleja un temor profundo: el miedo a que cualquier palabra fuera de lugar pueda ser amplificada hasta el infinito por los medios, con el potencial de convertirse en el próximo gran escándalo de la semana.

Por otro lado, el desconocimiento sobre temas políticos, del Estado y su normativa por parte de algunos periodistas le da un toque adicional al espectáculo. Es como ver una película en la que el guion cambia a mitad de camino y los actores improvisan. Los políticos, temerosos de ser malinterpretados, pueden sentirse como si estuvieran jugando a un juego de adivinanzas, donde las reglas cambian constantemente según el humor del periodista del momento.

En resumen, la mezcla de tonos defensivos y un conocimiento a menudo incierto de la política por parte de algunos medios convierte la escena política en un escenario digno de una comedia. Aquí, el arte de comunicarse parece ser más un ejercicio de equilibrio y diplomacia que un simple intercambio de ideas.

En Baradero, también podemos observar una tendencia morbosa que agrega un toque dramático al escenario político. Esta inclinación por el sensacionalismo es como una especie de deporte local, donde el chisme y la controversia se convierten en el plato principal de las noticias.

Los dirigentes, atrapados en este ambiente, se ven obligados a manejar no solo sus mensajes con extremo cuidado, sino también a lidiar con una prensa que, en lugar de buscar la verdad, parece más interesada en encontrar el último escándalo o el detalle más picante. La situación se vuelve casi surrealista: mientras los políticos tratan de no dar pie a la especulación, los periodistas buscan la siguiente gran historia que alimentará el ciclo de noticias.

Este enfoque morboso no solo alimenta la curiosidad del público, sino que también complica aún más la comunicación política. Cada declaración o acción se somete a un análisis minucioso y a veces distorsionado, lo que puede transformar un simple error en un tema de conversación interminable.

Para mejorar, necesitamos dirigentes que se formen de manera continua y medios de comunicación más responsables. Lo propongo por el amor que siento por Baradero y su gente. Soy optimista: estamos a tiempo para cambiar y construir un futuro donde la política y el periodismo enriquezcan y no complican nuestra vida cotidiana.

M. Laura . Barrio
Santiago Apostol

 

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