
Esta semana toda la comunidad sintió el dolor de la pérdida de uno de sus personajes más queridos, Héctor «el Flaco» Cáceres. Por suerte existen poetas como Jorge Romero, quien retrató de una manera dolorosamente maravillosa ese sentir popular.
«El Flaco»
Hoy los pájaros se quedaron mudos.
El sol amaneció por el oeste
para confundir las sombras
y la torre de la iglesia es sólo una penumbra.
Los jacarandás se niegan a tirar sus flores
y en un gesto rebelde levantan desde el suelo
las que ya cayeron.
El cóndor de la plaza confirma su ceguera
y no quiere ver, aunque pudiera.
El General desde el bronce
nos dice que volverá al exilio.
Como en un film planeado por un loco
cientos de automóviles
se paran en el tiempo,
porque saben que hoy
se harán trizas en todas las esquinas.
Dónde andará el escobillón de colores
usando carcajadas para barrer tristezas
y su revolotear de manos para ordenar sonrisas
en un inmenso concierto de tambores
al golpear como parches los techos de las casas.
Pero no.
La mañana está herida,
herida fatalmente, con un tiro en el pecho.
Ha muerto el Flaco Cáceres.
Se lo han dicho a todos. Es cierto nomás.
Por no molestar se fue sin avisarnos.
Baradero está escondido en un rincón,
llorando.
Jorge Romero (Junio 2016)
Ilustración: Foto montaje realizado con una fotografía de Jorgelina Silva
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