Para las distintas civilizaciones que habitaron este planeta el fuego tuvo diferente tipos de significados. Para nuestra sociedad moderna, totalmente influenciada por la religión, prioritariamente católica; el fuego representa la vida y lo sagrado pero a su vez también el castigo a lo profano.
El cirio pascual, algo así como una vela gigante que se mantiene encendida en el templo durante todo el año, representa la esperanza de una nueva vida que llegó junto a la resurrección de Jesús.
Pero el fuego también está en el infierno, donde el diablo se deleita haciendo pagar los errores cometidos a los mortales pecadores quemándolos en la hoguera.
Cuando el miércoles me enteraba de la triste noticia, cuando ya las llamas habían reducido a cenizas gran parte del edificio de la estación fue imposible no recordar lo que paso ya hace más de tres años con el palacio municipal.
Y enseguida tracé un paralelismo, un denominador común…el fuego.
Aclaro: Mi reflexión intenta despojarse de causas que originaron uno y otro y de esta manera no entrar a discutir cuestiones que no vamos a resolver aquí.
Lo que si importa es entender las consecuencias que nos dejan estas tragedias locales, porque de esta manera quizás lleguemos a entender que nos pasa.
Suele suceder que comunidades como la nuestra luego de vivir situaciones similares se encolumnen detrás de un fin común, olvidando diferencias y mirando hacia delante. Algo así como aprender de las consecuencias para que no vuelvan a suceder.
A los baraderenses no nos pasa lo mismo, ni nos pasó después del incendio de la municipalidad ni nos va a pasar ahora.
Basta con leer comentarios en los portales o escuchar a la gente en la calle para darnos cuenta que estamos infectados por un odio virulento. Son muy pocos aquellos que quieren construir, que piensan que estos cachetazos deben despertarnos para empezar a reconstruir todos juntos este pueblo.
Enseguida salimos a la caza de culpables, que los hay seguro, algunos por inacción y otros como vos o como yo, por omisión. Porque es más fácil quedarse en casa que salir a trabajar en organizaciones barriales o colaborar con instituciones de bien público.
Pregunto: ¿cuántas veces los chicos de la asamblea nos llamaron a sumarnos a la causa? Muchas! ¿Cuántas veces fuimos? Pocas!
Hoy el fuego ya hizo su parte, las consecuencias están, nada cambia si solo buscamos culpables, la cosa cambia si miramos para adelante e intentamos entre todos tener un Baradero mejor, aprender de este y otros errores para que no vuelva a pasarnos.
Vamos camino a los cuatrocientos años pero si no paramos esta infección de envidia, odio e intolerancia que nos aqueja, ese camino va a estar plagado de cenizas, de nuestras propias cenizas porque el fuego habrá de consumirnos a todos y será para nosotros, no el fuego de la vida sino el fuego de la hoguera.
Darío Difalco
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