
10 DICIEMBRE 2022
Hoy se cumplen treinta y nueve años del retorno a la democracia luego de la dictadura más perniciosa y sangrienta que ha conocido la historia de nuestro país.
Y al conmemora ese día no se me ocurre sino intentar rendir homenaje a quien, en nombre del pueblo, asumió la Presidencia desde el umbral de la desesperanza colmada de muertos, y la convirtió en la esperanza de un pueblo que resucita.
Y para ello quizá valga la pena comenzar diciendo, especialmente a quienes por muy jovencitos quizá no lo sepan y a los que de puro tontos ya lo olvidaron, que Alfonsín no era un señor “manso y convencional” como algunos pretenden hacernos creer que era.A sólo tres días haber asumido como presidente sancionó los decretos 157 y 158 que ordenaba enjuiciar a los dirigentes de ERP y Montoneros y procesar a los miembros de las tres juntas militares que dirigieron el país desde el 24 de marzo de 1976 hasta la Guerra de las Malvinas.

El mismo día creó una Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), integrada por ocho miembros elegidos por él mismo, tres elegidos por la Cámara de Diputados, y cinco secretarios técnicos. Entre ellos se encontraban el escritor Ernesto Sabato, el médico René Favaloro, el científico Gregorio Klimovsky, el rabino Marshall T. Meyer, el pastor evangélico Carlos Gattinoni, el obispo católico Jaime de Nevares, la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú y la activista de derechos humanos Graciela Fernández Meijide, con los resultados que todos conocemos.
Por otra parte, su vocación social demócrata era vista por el stablishment como la encarnación de Lenin: La Bolsa y los grandes medios lo consideraban altamente sospechoso, el sector rural lo aborrecía y lo silbaba en las exposiciones ganaderas y los militares trataron de tumbarlo, mientras la Iglesia lo azuzaba con el crucifijo y él mismo salió a replicarle desde el altar. Es que él no se sometía sino que se oponía a los que le querían imponer la ortodoxia, debiendo lidiar contra fuerzas económicas foráneas y las corporaciones de acá que se empeñaban en “desgastarlo”, mientras que al contrario de muchos de sus correligionarios y opositores de ayer y de hoy, su mirada estaba puesta en el PUEBLO (recalco esta palabra, últimamente reemplazada por “la gente”) y por eso muchos tilingos y vecinos top lo “caceroleaban” y acusaban de “hacer caja” con La coordinadora.

Y es por eso, aunque más no sea por eso, que aun cuando parte de nuestra sociedad injusta, voluble, ingrata y plañidera eligió desconsiderarlo, me quedo con Alfonsín y no con los sinuosos tramoyistas que se rasgan las vestiduras en nombre de la democracia y dan sermones de patriotismo por televisión, desde el jacuzzi, o por internet.( texto publicado Marca de radio )

Comentarios de Facebook