
El título de este texto es robado de uno similar escrito por el genio de Hernan Casciari. En el original el escritor cuenta, a través de una foto- que de manera fortuita le llega a su Facebook cinco años después de la muerte de su padre – cuánto tardó en llorar su fallecimiento y cuánto en cerrar el duelo.
Yo me siento a escribir hoy, no porque la foto que encabeza la nota me haya llegado ahora como le pasó al excelente escritor mercedino.
Esa foto me acompaña desde hace mucho tiempo, casi diría que desde el mismo momento de la muerte de mi papá.
Hoy se cumplen 20 años de su partida. Hoy la vuelvo a mirar y pienso. Pienso mucho, en un momento de mi vida en el que naufrago por una tempestad emocional que me tiene acobardado y que me hace sentir mucho más la necesidad de tenerlo conmigo.
Nací en Mayo del 75. Calculo que esa foto fue tomada unos meses después, es invierno parece, por la cantidad de abrigo que tengo, apenas se me ve la cara.
Estoy en brazos de él y pienso cuánto me gustaría refugiarme en ese lugar ahora.
Me está mirando y pienso: ¿Qué se cruzaría en su cabeza en ese momento? ¿Se estaría imaginando en el hombre en que me iría a convertir?
Me tiene en brazos, soy su primer hijo. Sé lo que significa tener a tu primer hijo en brazos. Sé de la felicidad, del miedo, de la ilusión. Sé de todo eso proyectado en tu primogénito y pienso: ¿Le pasaría lo mismo , a mi padre , en ese momento?
Mi viejo fue un hombre bueno. Por sobre todas las cosas fue eso. Y es hoy la mejor herencia que nos dejó a mi hermana y a mi.
Y lo veo en esa foto en la que me mira. Quizás me quería decir algo. Quizás me quiere decir algo. Me gusta pensar en esto último.
Me hizo hincha de Boca, después me encargué de convertirme en un fanático de la azul y oro. Él era de Sportivo pero me hice de Atlético. ¿Pensaría en eso mientras me mira en la foto?
Era fotógrafo, actor, inquieto cuando se trataba de participar y trabajar por la comunidad.
Fui su compañero desde pequeño, cuando me llevaba al cine San Martín mientras pasaban las películas. Luego me enseñó el oficio hasta que me convertí, a los 14 años , en operador del cine Colón.
¿Se imaginaría, en el momento de la foto, que íbamos a pasar muchos años y muchas charlas dentro de la cabina del cine?
Miro la foto y me hago una película en mi mente de los últimos años de su vida, de los años que pasamos juntos y los que no tanto.
Recuerdo la cantidad de cosas que nos unían y las que nos separaban.
Miro esa foto y pienso cuántas cosas nos quedaron por compartir: mis hijos, sus nietos.Sangre de su sangre.
Seguramente lo defraudé en cierta ocasión, pero miro la foto y pienso: ¿habrá estado orgulloso de mí alguna vez?
Dice Alejandro Dolina que cuando vemos fotos donde aparecen muertos queridos, ellos saben que están muertos y te miran con un gesto cómplice como diciendo: “qué se le va a hacer hermano”.
Pienso en eso y en que todavía no pude llorar su partida, que todavía no puedo cerrar el duelo.
Y siento que duele y mucho. Y pienso que el mejor homenaje que puedo hacer es no olvidarlo.
“Porque solo muere quien es olvidado”
Darío Difalco
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