
Por Gabriel Moretti
No correspondía hacer la crítica del festival 2019 en horas de su transcurso, pero ahora, cuando las luces se han apagado y las sillas de las plateas retornaron a su lugar de guarda habitual, habrá que decir algunas cosas.
Se sabe que no se vive el mejor momento como para «tirar manteca al techo» pero, habida cuenta de la situación, es necesario agudizar el ingenio en la mayor medida posible para organizar, con poco, en tiempos de bolsillos flacos, una fiesta popular acorde con la historia precedente. No ha sido la última la mejor de las versiones, más aún, son muchos los que creen que se trató de la más modesta, para no decir la peor.
Sabemos que es fácil criticar desde el papel y forzosamente desconociendo una serie de pormenores. Pero ello no debe impedirnos puntualizar cosas que deben mejorarse si es que se las quiere mejorar.
El vecino Osvaldo Garagiola, entusiasta como pocos y ferviente defensor de nuestra máxima fiesta, ha hecho un interesante aporte marcando que los tiempos elegidos para la presentación de los ganadores de nuestro prefestival, no son los adecuados y expone razones muy valederas para sostener sus argumentos, haciendo hincapié entre otras cosas, en que la televisación se les niega a artistas cuyos valores exceden largamente los de otros que sí la tienen.
No se puede desperdiciar la experiencia acumulada a lo largo de los años de, por ejemplo, María Teresa Difalco, Jorge Romero y Claudio Santella entre otros, quienes poseen conocimientos que en esta oportunidad fueron dilapidados en perjuicio de todos.
Durante la última noche -y también en alguna de las anteriores-, se mencionaba cada tanto, que «ya viene el artista que todos esperan» con lo cual uno se pregunta si era el nuestro un festival artístico de músicos populares o un recital de Luciano Pereyra. Expresiones de este tipo menoscaban a los demás artistas que pasan a ser teloneros de la figura principal. Todos sabemos que Pereyra era el hombre convocante, pero debe actuarse de manera que los demás artistas no lo sientan así, es parte fundamental de una fiesta que nació, se pretende y se organiza como popular.
Párrafo aparte para lo sucedido con el tango. La página que en la red social Facebook poseen los conductores del programa radial «Historias de tango», tituló ayer: «Había una vez que en el festival había tango», frase que habla por sí sola de lo ocurrido. No se comprende cuál es la razón por la que, habiendo en la actualidad un cúmulo de orquestas e intérpretes de tango como quizás pocas veces en nuestra historia, no se haya convocado a casi nadie. Y no ha sido, nos consta, por cuestiones pecuniarias. Hubo artistas locales, quizás en demasía, que pisaron el escenario. Pero todos eran intérpretes de folklore. ¿Por qué no se invitó a los de tango que los tenemos y de gran calidad?
Tal vez la razón sea el temor al fracaso pero, con solo revisar el pasado del festival, se encontrará que dicho calificativo jamás pudo aplicarse a la música ciudadana. Al contrario, ha sido el éxito quien acompañó siempre a los intérpretes del rubro.
Sabemos que pueden doler estas palabras, pero también que habrá consenso de muchos que vieron y sintieron lo mismo que se acaba de expresar. Que el próximo año, lo que ha pasado sirva como aprendizaje, que se convoque a todos los que tienen experiencia y que la fiesta salga como Baradero, su tradición y su público, lo merecen.
Comentarios de Facebook