Ese es el apodo de Javier Edgardo Quiroga, el albañil que estuvo presente en la escena del cuádruple crimen de La Plata. Infobae.com accedió a su testimonio, donde describió cómo Osvaldo Martínez ultimó a las víctimas. Aseguró que sólo fue «testigo presencial» de los asesinatos y no tuvo participación en ellos. Sin embargo, quedó imputado como coautor

La aparición de Quiroga, un formoseño de 34 años apodado «La Hiena», le dio a la causa un giro inesperado, ya que este «albañil-plomero», según figura en el expediente al que accedió Infobae.com, aseguró haber sido testigo de cómo Osvaldo Martínez dio muerte a su pareja, Bárbara Santos, a la hija de esta, Micaela Galle Santos, a su amiga, Marisol Pereyra, y a la madre, Susana de Bárttole.

Tras la detención de Martínez, hubo numerosas especulaciones sobre por qué Quiroga mantenía en reserva lo que sabía sobre los crímenes y que lo llevó finalmente a «quebrarse» y aportar su testimonio ante el juez de Garantías Guillermo Atencio.

Fuentes judiciales aseguraron que un testigo de identidad reservada, que mantenía un vínculo con Quiroga, se presentó en forma espontánea para sugerir al magistrado que citara al albañil, ya que este «vivía atormentado» por el recuerdo de la muerte de Micaela, de sólo 11 años.

Tras tomar conocimiento de esta situación, el juez Atencio convocó a Quiroga, que estaba alojado en el Hogar Esperanza de Vida, una institución platense dedicada a rehabilitar adictos a las drogas.

Durante su relato ante el magistrado, Quiroga contó cómo conoció a la familia Santos y luego a Martínez, y cómo finalmente quedó involucrado en los crímenes como «testigo presencial». Sin embargo, Atencio imputó a «La Hiena» por «homicidio simple», al considerar que participó de los hechos «en el rango de coautor».

El testimonio

Durante su declaración, Quiroga afirmó que «a principios de noviembre de 2011» se encontraba haciendo «un trabajo en la casa de una doctora en la calle 50», cuando «una chica que se llama Graciela, que también trabajaba ahí», lo recomendó para hacer «una reparación de gas» en la vivienda de los Santos.

«Una mañana fui y conocí a la señora Susana (de Bárttole), me presenté y me dijo que quería hacer un arreglo por una pérdida de gas», continúa Quiroga. Luego precisó que hubo conformidad con su labor y fue llamado en otras oportunidades para «hacer otros trabajos más chicos».

Uno de esos días, «un domingo», conoció a Martínez, que se encontraba en la vivienda y que por ese entonces era novio de Bárbara. Después volvió a concurrir en otras oportunidades, «no volviendo a ver nunca más a Martínez».

«El 26 de noviembre, Martínez se presentó en mi domicilio, alrededor de las 16; llegó en un auto que no recuerdo la marca y nos fuimos a tomar una cerveza a la vuelta, a un almacén», explicó Quiroga a continuación.

Según el albañil, allí Martínez le contó que «tenía problemas con Bárbara, que se estaba separando» y le regaló «una rodaja de merca». Luego, arreglaron en encontrarse «a la noche en la casa de la chica porque me dijo que había que realizar otro trabajo».
Esta parte llamó la atención del juez, ya que Quiroga intentó hacer creer que su presencia en la casa en un horario nocturno se debía a la posibilidad de realizar una nueva reparación.

Luego, Quiroga dice que se presentó en la vivienda, donde fue recibido por Susana, quien le facilitó el acceso «porque lo conocía». Minutos más tarde, llegó Martínez y luego se desató la locura.

«Siento un… «AY…» que no fue un grito, que hace la señora (Susana), y allí me di vuelta y lo veo a Martínez que me viene apuntando con un arma de fuego y me dice ‘correte para allá, hijo de puta'».

Tras asesinar a la señora, Quiroga afirmó que Martínez apuñaló a Bárbara y «en ese momento suena el timbre». Allí, el karateca le habría pedido al albañil que corriera el cuerpo de Bárbara y fue a atender el portero.

Martínez hizo entrar a Marisol Pereyra, amiga de Bárbara, la lleva a la cocina y también la ultima a puñaladas. Tras esto, Quiroga afirmó haber forcejeado con el asesino, lo que le provocó «una lastimadura en la mano», pero no pudo hacer más porque «nunca soltaba el arma de fuego».

Después, Quiroga afirmó que Martínez lo obligó a dejar sus huellas «en un palo de amasar y en un cuchillo» y lo amenazó con matar a su familia en caso de «hablar» con la Justicia.

Consultado sobre Micaela, la hija de Bárbara, Quiroga dijo que no presenció su muerte, pero se enteró más tarde de que también estaba en la casa al recibir un mensaje de texto de una mujer apodada «La Japo».

«A la nena nunca la vi, me fui de la casa en bicicleta, la misma en la que había llegado», agregó Quiroga. Finalmente aseguró que no tuvo contacto con las víctimas, salvo con Bárbara, a la que «agarró de los pies».

Infobae.com

Comentarios de Facebook