Como si no bastara con la malhadada reforma de la calle Anchorena entre Rodríguez y Darragueira, una recorrida por las veredas, en especial las inconclusas, de la principal calle comercial de Baradero. Tal como en la historia del perro del hortelano, la municipalidad no termina el trabajo ni permite que los vecinos, en un intento de solucionar el problema, lo hagan por sus propios medios.
A la falta de las baldosas, ya una larga historia que se prolonga mucho más allá de lo que se entiende como razonable, se suma que, en razón de que las obras permanecen inconclusas, el actual solado posee una serie de irregularidades que, además de afectar la estética, contribuyen a que quienes circulan deban hacerlo muy precavidos con motivo de que en numerosas zonas existen pozos, cables y tornillos que hacen potencialmente peligroso el transitar por esas veredas. Una rápida recorrida en la que ni siquiera existió la intención que fuera exhaustiva, se tomaron las fotos que acompañan y que demuestran largamente que lo que se aprecia no corresponde a un lugar que se pretende exhibir como vidriera comercial de la ciudad.

El Diario de Baradero

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