El domingo, ya durante las primeras horas del lunes, subieron al escenario «Abel Figueroa» los integrantes del dúo Carmelo-Pantaleón, integrado por los músicos locales Josue Gauna (teclados) y el maestro Rubén Silva (bandoneón). En El Diario ya hemos elogiado a este verdadero orgullo para los baraderenses. Los intérpretes hacen un verdadero culto de los temas que tocan: sólo los presentan cuando fueron ensayados hasta el cansancio y si están conformes con el resultado, cosa que no resulta fácil debido al nivel de exigencia. Otra de las cualidades destacadas del dúo es su acertada selección del repertorio. Alcanza con decir que se le «animan» a Invierno Porteño, una de las más grandes creaciones de Astor Piazzolla, también de difícil ejecución, por lo que muchos músicos no la incluyen en sus presentaciones.
Desde hace un tiempo, el dúo a veces se transforma en trío con Nicolás Decésare, dueño de una particular forma de interpretación y una cálida voz que se suma para completar una formación llamada a dejar huella en nuestro medio y también un poco más allá.
En la noche del domingo, la actuación del dúo sirvió para jerarquizar la música ciudadana que una vez más resultó un tanto postergada en la última edición festivalera. Carmelo-Pantaleón también acertó en convocar a la pareja de bailarines que integran Carolina Salaberry y Nicolás Decésare, a la altura del nivel demostrado por los músicos.
No sorprende para nada el cálido recibimiento del público, conformado por gran cantidad de jóvenes que se manifestaron deslumbrados por el espectáculo de jerarquía. A veces ocurre, y esta es una de esas oportunidades, que escuchar intérpretes de semejante calidad artística nos recuerda que aún existen cosas merecedoras del reconocimiento del aplauso, una justa retribución ante la belleza de lo ofrecido y recibido.

El Diario de Baradero

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