Desde su propio nacimiento, el justicialismo es un movimiento nacional, hecho que implica una diversidad que desde algunos sectores se le critica sin advertir que tal característica es la misma esencia de un movimiento político.

La llegada de Perón al poder significó un hecho absolutamente novedoso y, por lo tanto, sus acólitos provinieron de lo ya existente: conservadores, socialistas, anarquistas, radicales y comunistas. Todos tenían sus distintos enfoques, pero anhelaban lo mismo: la liberación nacional y para lograrla confiaban en la conducción política de Perón que, mientras vivió, fue un referente indiscutido del movimiento. Si bien no dejó heredero más allá del pueblo, según su recordada frase de pocos días antes de morir, dejó una doctrina y principios inamovibles que son conocidos por todos los dirigentes peronistas. El más conocido y citado de ellos dice: primero la patria, segundo el movimiento y por último los hombres y, en cuanto a lo que ocurre en las internas, que el que gana conduce y el que pierde ayuda.

Hace unas semanas se verificaron las elecciones PASO y en nuestro distrito el peronismo llevó varias listas y, concluido el comicio, la ganadora fue la que encabezaba el ex intendente Aldo Carossi resultando segunda la lista que llevaba a Juan César Lischetti. Por supuesto que Lischetti y sus compañeros sabían sobradamente para qué se hacen las PASO por lo que sorprende que ahora sostenga que «no acompañará» a Carossi en las próximas elecciones de octubre. La actitud del que salió segundo es comprensible quizás desde lo personal, ya que tendrá Lischetti sus motivos para no acompañar a Carossi, pero resulta que no se trata de cuestiones entre personas sino de representación de sectores políticos y si también con todo derecho le disgusta la conducción, la personalidad, o lo que fuera de Carossi, no logrará mucho renunciando a la pelea y quedándose en la casa, que no es precisamente el lugar donde lo pusieron los justicialistas que en las PASO votaron por él.

Puede que a Juan Lischetti le parezca, como a muchos otros peronistas, que los días de Carossi «ya fueron», pero para demostrar que tal cosa es verdad no podrá hacerlo con sólo decir «con Carossi yo no voy». La pelea política no se da bajándose del caballo sino montado en él. Lischetti, una persona joven, con ciertas condiciones interesantes, que bien podría hacer una carrera política destacada comete, a nuestro juicio, un error de principiante que quizás le resulte un obstáculo difícil de sortear para, precisamente, la carrera aludida.

GM

Publicado por El Diario de Baradero

Comentarios de Facebook