Nadie lo sabe, pero muchos la vieron. Madonna estuvo en Buenos Aires de incógnito para cerrar algunos acuerdos técnicos para sus recitales en River. La reina del pop llegó al país en la madrugada del martes, con en una larga vestimenta negra, peluca al tono, acompañada por algunos musculosos que llamaban la atención en el hall del aeropuerto de Ezeiza. En tiempos de alquiler de custodios para cualquier figura, nadie profundizó sobre quién era la morocha que llegó tapada con un velo, que aprovechó la llegada de Lionel Messi para que nadie se fije en ella.

Las miradas nunca dejaron de posarse sobre la figura del jugador del Barcelona, que mientras firmó algunos autógrafos en la madrugada del aeropuerto de Ezeiza, Madonna salía sin llamar la atención, acompañada por sus hombres de seguridad, ascendiendo sin problemas a una camioneta Mercedes Benz gris, con vidrios polarizados y partió con rumbo desconocido.

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