Ya hay dos corpiños colgados en la reja que rodea el mástil con la bandera argentina frente al Ministerio de Educación de la Nación. Un hombre, acompañada por su mujer embarazada, se acerca al puñado de chicas. «El problema lo tienen ellos en la mente. ¿Sabés las veces que salí sin boxer a la calle y nadie me dijo nada?».

Por lo curiosa, la manifestación acaparó gran repercusión. En un primer momento se le llamó «Suelta de corpiños». Después se lo simplificó: pasó a ser «Corpiñazo». El color verde signó la protesta. Los pañuelos en cuellos o muñecas, incluso en la tintura del cabello de algunas de las cincuenta chicas que se congregaron en Pizzurno 935.

El «Corpiñazo» comenzó a gestarse el viernes pasado cuando en el colegio Reconquista, de Villa Urquiza, la rectora apercibió a una de las alumnas por no llevar corpiño. Al respecto, las versiones varían. Según contó Bianca Schissi a Infobae, la autoridad la retó por no llevar «sostén». Y enfatiza la palabra «sostén» que hace que el relato sea más real.

La versión que cuentan desde el Ministerio de Educación porteño es distinta. «La alumna no fue sancionada. En un recreo, la rectora le dijo que lo que tenía puesto estaba fuera del código de vestimenta que ellos mismos votaron. Llevaba un vestidito corto que el código marca expresamente que no se puede usar. No fue por el corpiño», cuentan.

Cualquier sea el caso, la noticia se viralizó y a la semana siguiente ya estaba armada la marcha. «No puedo creer la repercusión que tuvo. Nunca iba a imaginar que iba a pasar esto a partir de mi situación», confiesa Bianca mientras de fondo se escucha un repertorio de cánticos a favor de la despenalización del aborto.

La idea de la manifestación fue de la agrupación feminista MuMaLa. «Surge como respuesta a la sanción absurda que recibió Bianca. Nos parece que las escuelas están mal enfocadas. A pesar de estar pleno siglo XXI, se enfocan en cuestiones retrógradas como si una chica tiene corpiño o no, en vez de aplicar las leyes, por ejemplo, la de Educación Sexual Integral que está vigente hace más de diez años», explica Raquel Vivanco, una de sus referentes.

«¿Cuántas veces los pibes se sacan las remeras en una clase de gimnasia y eso no es reprimido? Hay una construcción bastante desigual en la exhibición de los cuerpos de los varones y las mujeres», continúa.

Los medios televisivos agobian a Bianca y los fotógrafos le piden imágenes con la fachada, tan suntuosa, del Ministerio de Educación detrás. Sus compañeras, pertenecientes a agrupaciones de izquierda y feministas, sostienen carteles con la inscripción: «Es mi cuerpo. Decido yo».

Hay cierta complicidad en los hombres que acompañan la protesta. Jóvenes, compañeros de clase de las chicas, o adultos que se concentran en el pasaje. Uno de ellos incluso quiso hacer notar su apoyo. Se puso una toalla rosa atada en la cintura que hacía creer que no había ropa interior debajo.

Ya más tranquila, Bianca cuenta que hoy hubo una reunión entre el ministerio, el Consejo de convivencia y las autoridades del colegio. «Dijeron que me iban a pedir perdón y que se iba a levantar la sanción», dice. Al mismo tiempo, también, se redacta un nuevo código de vestimenta.

Fuente: infobae.com

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