Walter Del Río
Walter Del Río

La Pagina www.afa.org.ar., le realizó una merecida nota al futbolista baraderense, Walter Del Río donde habla de su extensa y fructífera carrera como futbolista.

Baradero, su lugar en el mundo

Walter Del Río recorrió muchos países gracias al fútbol. Inglaterra, Escocia, Italia, España y Suiza son solo algunos de ellos. También jugó en el Boca de Bilardo, con Diego Maradona. Pero fue en su querido Sportivo Baradero que eligió terminar su carrera.

Sus andanzas por el exterior nunca le nublaron la vista ni le hicieron olvidar dónde dio sus primeros pasos. Walter Del Río, Wicha para quienes lo conocen un poco más, viajó por el mundo conducido por su pasión, la pelota, y acompañado por su inseparable compañera de vida, su mujer Celeste. Sin embargo, alimentando la teoría de que la vida no es lineal sino circular, volvió a su Baradero natal para cerrar su carrera, ahora como martillero recibido y con dos hijos: Milo, de un año, y Kiara de seis.

«Anduve jugando por todos lados. Viví 12 años afuera. Ahora me propuse tratar de sumar para el club donde surgí, donde me formé. Volví a los orígenes y quiero tratar de aportar mi experiencia a los más jóvenes, ya con 38 años», sostuvo Walter. «Vengo diciendo que es mi último año hace tres», agregó riéndose. El físico lo acompaña.

Pasaron más de dos décadas de su debut en la Primera de Sportivo Baradero, con el que jugó los Torneos regionales. De allí, fue captado por los ojeadores de Boca Juniors, por lo que llegó a Buenos Aires con el sueño de jugar con la azul y oro. «Estuve en la reserva y hasta jugué tres partidos en Primera, en la época del Dream Team de Bilardo. Debuté contra Deportivo Español, y enfrenté a Gimnasia en La Plata y ante Gimnasia de Jujuy. También fui al banco en la Libertadores. Iba alternando», contó.

No era fácil jugar en la Primera de Boca en aquella época, considerando los grandes jugadores que conformaban la formación titular. Juan Sebastián Verón, Cristian González, el propio Diego Maradona…Fue con Diego que tuvo una anécdota particular, justo el jueves anterior a la vuelta del 10 a Boca, en un partido ante Colón. «Estábamos entrenando en el Hindú Club. Yo era el capitán de Reserva, y me hacían hacerle la marca a Diego como la que le iban a hacer los rivales. Pero no lo podía tocar ni rozar. Quizás anticipar», empezó relatando.

Y continuó: «Diego se escapó por la línea y mandó uno de esos centros cortitos tan característicos de él. Yo levanté la pierna derecha para bloquear el centro, pero me resbalé con el pie izquierdo y me lo llevé puesto. Fue una barrida. Me escracharon en todos lados. Diego esa práctica quedó como 15 minutos afuera, con hielo. Yo le pedía mil disculpas a cada rato porque me recontra cagó a puteadas. Cuando volvió al campo, le insistí ‘Diego, disculpame, te juro que me resbalé’. Estaba húmedo. Son cosas que pasan. Entonces, Maradona me dijo ‘disculpame vos pendejo por lo que te dije, estoy todo el día puteando’. Diego tenía esas cosas. Era de alentar en las prácticas. Y más a los juveniles».

Sin lugar en Boca, fue cedido a préstamo a Huracán de Corrientes, donde tuvo un fugaz paso antes de dar el gran salto al Crystal Palace de Inglaterra. «No lo podía creer. Mi madre, como siempre, acertó. Cuando tenía 13 años, pensando en que yo quizás me podía salvar del servicio militar yéndome a Italia, me hizo sacar la ciudadanía. Y eso me permitió irme a Inglaterra inmediatamente», dijo Walter.

No fue sencillo para Wicha amoldarse a las costumbres de cada país, sino que requirió de un esfuerzo extra. «A Inglaterra fui con el inglés básico de una secundaria de Baradero. Entraba al vestuario y escuchaba murmullos pero no entendía nada de lo que comentaban. Empecé a buscar un método rápido para aprender inglés y fui a una escuela nocturna», relató.

«Me costó mucho escribir, pero a los tres meses hablaba y empecé a entender. Y era tanta la mala intención que tenían, sin códigos, muy competitivos. Había gente muy buena, obvio. Pero relacionado con el fútbol, le gente no lo era. Te mandaban al frente con el técnico. También muy chocantes, muy racistas. Cuando empecé a entender los insultos, insultaba yo también. Se aprovechaban de la inocencia de uno al no entender. Te hacían la vida imposible», aseguró.

Luego se marchó, pero no tan lejos, sino al Dundee de Escocia. Fue allí donde luego llegaron Claudio Caniggia y Luis el Beto Carranza. El primer año lograron quedar a un punto de clasificar a la Copa UEFA, lo mismo que el segundo. Una gran proeza para un club chico de aquel país. Walter la destacó como «una experiencia muy positiva. Además los escoceses me ayudaron un montón, son muy cordiales».

Sin embargo, en un partido contra el Celtic fue que sufrió un hecho que lo marcó. «El inglés Sutton era el nueve rival. Teníamos roces propios de cualquier partido. Me sacaba media cabeza pero yo no le mezquinaba. Al principio, los roces típicos de un partido de fútbol. Nos insultábamos, pero nada fuera de lo común. Pero de repente me dice ‘vos sos argentino, ¿no? ¿Ya hicieron la cuenta de cuántos les matamos en Malvinas’. Mirá que me han pegado piñas, me han dicho de todo, pero que me salgan con una cosa así, nunca. Nunca me olvidé de ese comentario. En cada pelota que tocaba, iba a reventarlo. Aunque al principio no sabía qué hacer, quedé descolocado», relató.

Ivano Bonetti, el mismo entrenador italiano que tuvo en el Dundee, lo llevó luego a jugar a Carrarese, club que se encontraba preparándose para ascender a la B italiana. «Como a mí me cerraba en lo económico y estaba por quedar libre, me fui para allá. Me vino muy bien».

Fue el mismo Bonetti que lo llevó después al Zurich de Suiza, donde estuvo tres años. «Zurich es hermoso. Me llamó la atención el orden, cómo es el suizo alemán. Era algo increíble. Más allá de todo, al tercer año renuncié al contrato porque había recibido una OFERTA del Extremadura de España y ya no me aguantaba el frío de Suiza», dijo jocosamente.

Luego de un tiempo en Extremadura, se fue a San Fernando de Cádiz. «Italianos y españoles son más al estilo nuestro. Estábamos más como en casa. En España, me tocó tratar con gente muy simpática, que les gustan los argentinos y nos consideran simpáticos por nuestra forma de ser. Además, con los compañeros siempre buscábamos la vuelta a lo que hacíamos». Claro que Walter emprendía todos estos viajes y afrontaba los desafíos con Celeste, su mujer. «No hubiera podido hacer nada de todo eso sin ella», afirmó agradecido.

Luego, la crisis golpeó a España. Y Walter no estuvo exento. «Pasé los tres últimos años allá con abogados, problemas económicos, hablando con la Federación de Fútbol…Y para renegar allá, mejor me vine a renegar acá», dijo, un poco en broma. Ya estaba pensando poner en marcha el que él denomina el Plan B, que era abrir una inmobiliaria (se recibió hace ya un tiempo de martillero).

Fue entonces que volvió a la Argentina, más precisamente a Río Gallegos, donde jugó en Boca de aquella ciudad. «Después estuve tres años en Defensores de Belgrano de Villa Ramallo, una linda experiencia porque peleamos varios objetivos importantes. Y ahora acá estamos, de regreso en Baradero».

El bienestar de su familia es una prioridad para Walter. Ese fue el principal motivo por el que decidió dejar su vida en Europa y volver a su ciudad, donde encontró una mayor tranquilidad. «Ser papá es una experiencia tan fuerte y tan linda…Mis prioridades pasaron a un segundo o tercer plano. Allá no la estábamos pasando muy bien y yo pensaba en la salud de mi familia y de mi nena, que nació en España».

Con un presente que lo encuentra viviendo en Baradero, Walter solo piensa en brindarles lo mejor a su mujer y a sus hijos. Y en disfrutar. Se puede afirmar que, luego de tantos viajes, Wicha volvió a su lugar en el mundo.

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