Por David Arebalo

Casados con hijos vuelve en versión teatral, luego de 13 años de repeticiones consecutivas por la pantalla de Telefé. Al igual que El Zorro, El Chavo y Los Simpson, forma parte de los clásicos de la televisión que se repiten de manera sistemática por el correr de los años. ¿Qué nos pasa que los vemos una y otra vez?

El reloj del bar marcan las 12.00. Roberto sale de su trabajo para almorzar, pide una milanesa completa con papas fritas, se sienta frente al televisor y se escucha: “Al hombre del mal él sabrá castigar, marcando la z del zorro”. Durante 16 años supo lo que iba a pasar todos los mediodías: que el Sargento García no lo iba a atrapar, que Bernardo no hablaba y que Diego de la Vega tenía una doble identidad. En noviembre de este año, El Trece dejó de transmitirlo y generó indignación: “Desde que era chiquito miraba El Zorro, tan solo escuchar la musiquita me hace acordar a mi abuela”, “Yo crecí con El Zorro, mi hija de 20 años creció con El Zorro y mi hijito de 3 años ya lo reconocía” y “El Zorro, El Chavo , Los Simpson y Casados… son recontra intocables” sentenciaron los seguidores.

Para los canales de televisión estos programas se llaman “caballos de batalla”, siempre están listos para volver a las grillas de la programación cuando hay un bache que cubrir, ya sea porque un programa no midió lo esperable o por la temporada veraniega. Telefé lo supo hacer con Casados con hijos, la adaptación local de Married with Children. Desde el 2007 los capítulos se repiten una y otra vez en el horario y día que el canal considera necesario, dando números de rating más que satisfactorios. En diciembre ya comienzan a verdecerse las entradas para su versión teatral en el Gran Rex de la temporada invernal 2020.

¿Qué hace que un programa como Casados con hijos siga vigente? Si lo miramos desde la producción, son las formas del sitcom con los chistes y estereotipos de humor local que supieron conectarnos con la risa en un momento en el que los chistes machistas eran la chispa de la comicidad. Pero su éxito no está solo en su consumo, sino que es en el re-consumo que intentamos recuperar las experiencias humanas de satisfacción con la primera vez que nos divertimos y con quienes nos hemos reido, tal como ocurre con una buena anécdota grupal que resurge en las infinidades de reencuentros.

Es en estos programas que encontramos la autopreservación de la subjetividades, es el culto a una fugaz expresión que hemos atravesado como espectadores significativos. Tal es así que comenzó la resistencia a los cambios en los guiones de Casados con hijos 2020 para adecuarlos a la coyuntura vigente. “Un Pepe argento feminista no es Casados con hijos.” “¿Qué gracia puede tener Casados con hijos si lo hacen con humor acorde a la actualidad?” Esos son algunos de los comentarios en torno a la propuesta de Erica Rivas y Florencia Peña de incorporar modificaciones en la versión del teatro.

Sabemos que los hermanos Lopilato se van a pelear infantilmente entre ellos, que Florencia Peña va a decir “Cafecito” y “Pepeee” mientras baila exageradamente con un look incombinable de colores y texturas, acompañada de la peluca de “pelo de cabra” como definió en el programa de Susana Giménez, o que Erika Rivas va gritar y llamar a la “nena” con su peluca de corte carre mientras Francella le va señalar su cara redonda.

Sabemos eso y prácticamente todos los chistes que se van hacer, y aún así se espera que Casados con hijos sea el éxito teatral del 2020. Porque vamos a ir a buscar lo que perdimos, lo que nos convocó. En fin, a sentir que en ellos hay algo de nosotros mismos.

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