Por estas horas el edificio de la sucursal local del Banco de la Provincia de Buenos Aires ha recibido una “lavada de cara”. Operarios especializados en el término de algunos minutos, desplegaron y colocaron un cartel con el nombre de la institución y otro con el símbolo que caracteriza al banco.
No se trata de nada del otro mundo, pero aporta algo a un edificio que hacía tiempo no recibía mejoras.

Afuera sí, pero adentro…

La imagen externa del edificio del banco se renueva, pero no se renueva el plantel de empleados que cada vez es más reducido en razón de que los que se van jubilando no son reemplazados. Cualquier cliente atento percibe que el número de empleados de la institución no es el adecuado y que por más empeño que pongan se termina por resentir la atención.
Alertamos a los lectores de El Diario acerca de una vieja costumbre consistente en precarizar la atención al público para que comiencen las quejas por esa razón. Eso lleva, a poco andar, a intentar nuevamente la privatización del banco con la perimida excusa de que «el Estado es mal administrador».

El Diario de Baradero

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