Alejandra en su «perfumado» puesto.

La señora Alejandra, como muchos alguna vez, pensó cómo hacer para ganarse la vida y, con su esposo, decidieron dedicarse a la preparación y venta de diversas fragancias y presentaciones. Comenzaron con los clásicos sahumerios y salieron a recorrer el país presentando sus productos en cuanta fiesta nacional hubiera en la Argentina.

Los sahumerios necesitaron prontamente de compañía y entonces hubo que elaborar perfumes para la ropa que, por su calidad y precio adecuado tuvieron profusa demanda y así continuaron hasta ahora cuando los sahumerios que producen se fabrican y venden por millares y se distribuyen por todos los ámbitos. Lo mismo sucede con el resto de sus productos, hecho que quizás les permitiría vivir sin tener que continuar trasladándose a las distintas fiestas nacionales a las que siguen concurriendo. Es que no desean abandonar lo que les dio el empuje inicial y su sustento durante largo tiempo y, un tanto por gusto y otro por tradición, siguen viajando por el territorio argentino ofreciendo sus aromas, como lo hacen desde días atrás en nuestra Plaza Mitre mientras el hijo de Alejandra duerme plácidamente.

Mientras los demás trabajan, el hijo de Alejandra duerme.

Quiso la casualidad, tan aliada muchas veces, que supiera El Diario de su historia por el hecho de estar su puesto, en la Feria de Plaza Mitre, contiguo al de Darío Gómez, el baraderense que también anda trashumante presentando su colección denominada «Mates Baradero», y fue Darío quien comentara acerca de las características que rodean la vida de la señora Alejandra, que luego fueron corroboradas por su testimonio y que ahora hemos dejado expresadas para nuestros lectores.

El Diario de Baradero

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