Por tercera vez fracasa en Baradero una propuesta supermercadista

La esquina de Belgrano y Gallo fue la primera en la que se abrió un supermercado Dia% en nuestra ciudad. Pasados unos meses, el comercio fue perdiendo «aire» y hubo un cambio de dueño que recomenzó la comercialización con renovadas energías hasta que, otra vez, el negocio cerró sus puertas sumando el segundo fracaso en Baradero.

Pasaron unos cuantos años hasta que, no hace tanto, Dia% volvió a tener presencia con u  nuevo local ubicado frente a la Plaza Mitre que, al menos por lo que podía apreciarse, tenía abundante clientela durante todo el día y, además, cuando el Banco Provincia otorgó el decuento del 50% a usuarios de tarjeta Visa emitida por la entidad, fue el único de nuestra ciudad que estaba en condiciones de cumplir ese acuerdo que resultó beneficioso para muchas familias locales.

Resultó extraño por lo tanto, que de un  día para el otro, sin nada que permitiera sospecharlo, las puertas del supermercado terminaran cerradas, en este caso por tercera vez.

Adherido a la persiana hay desde entonces, un cartel ofreciendo la franquicia a quien lo desee y se brinda un teléfono y una dirección de correo electrónico para uso de los probables interesados.

No se sabe qué es lo que ocurrió con el franquicado local, pero hace unos días la revista Crisis, entre cuyos responsables está el destacado periodista Diego Genoud, con lazos familiares en nuestro medio, que echa un tanto de luz sobre esta serie de aperturas y cierres a la que se está haciendo referencia, parte de la cual publicamos a continuación.

 

«El modelo DIA aparece a primera vista como una alternativa moderna para el gigantesco e indescifrable embrollo que parecen ser los híper y el nefasto y expansivo modelo que ofrece Amazon. Cuando las fantasías emprendeduristas parecen tan mancilladas como las viejas estatuas de Zamba, la quimera del business propio sigue siendo atractiva si se la puede enfocar bien al zócalo de la pirámide y sus adyacencias. “¿Querés ser tu propio jefe? DIA se encarga de financiar tu negocio y te da la oportunidad de administrar y operar un supermercado, liderando tu propio equipo de trabajo”. Así se presenta en sociedad el sistema de Franquicias DIA. La propuesta es sencilla: la empresa pone un supermercado, (una tienda), y el franquiciado (ahora encargado), recibe una comisión del 11% por administrarla.

Se trataría de un negocio ideal para mano de obra expulsada por el ajuste, la extranjerización económica o el amanecer de los robots. Más durable que el parripollo y más barato que la cervecería artesanal. Sin embargo, a cambio de la gran chance de ser tu propio jefe, DIA exige garantías. Para esta investigación de crisis conversamos con exfranquiciados que reconstruyeron el procedimiento habitual: se obliga a los ingresantes a la firma de un pagaré por 200.000 pesos y una propiedad –una casa o un vehículo de cierto valor de mercado– en hipoteca/prenda. Una vez firmado el contrato de concesión, el franquiciado ingresa a una tienda casi prefabricada, con stock de productos y mobiliario completo, lista para que los clientes bailen al son de los productos baratos. Una forma reticular y descentralizada de pensar al retail. Los viejos almacenes de barrio del siglo XXI. Oportunidades de crecimiento y empleo. El sueño del boliche propio, bonito y barato.

Y entonces las cosas empiezan a complicarse.

Eugenia y Martín viven en Villa Luzuriaga. Tuvieron un local en Morón por un año y medio hasta fines de 2015, cuando ella logró que la empresa la reconociera como empleada encubierta y la indemnizara. Para entonces, ya debía 300.000 pesos en AFIP y sigue, hasta el día de hoy, inhibida fiscalmente: “Pasás de ser pobre a empresaria. Te abren una cuenta de empresa en un banco y te asignan un estudio contable. Tenés que sujetarte a como ellos se manejan. Supuestamente te facilitan todo.” En la optimista web de Franquicias DIA, se afirma que la empresa brinda el know how para el éxito. El primero de esos consejos es que los franquiciados pasen a figurar como responsables inscriptos que emplean a los repositores/ cajeros del local. De esta forma, el equipo de trabajo queda sujeto a la plena responsabilidad del franquiciado y le reclamarán a él/ella ante cualquier problema. Con elegancia y bajo el paraguas legal del renovado Código Civil y Comercial, –hasta su modificación en 2015 no existía una figura de franquicia– DIA se desliga de su responsabilidad empleadora, a pesar de que todos los trabajadores vistan las chombas rojas con la marca bordada.

Alejandro sostuvo una de estas franquicias durante casi diez años. Es uno de los afectados que más se enfrascó en comprender cómo fue que su paso por DIA casi lo deja en la calle. “Esto se desata por un sistema de inventario que para vos como franquiciado te resulta irreconocible. Van unos inventaristas de la empresa que cuentan mercadería en una tienda que puede tener ochenta o noventa mil artículos en general. Vos recibís una liquidación, que es la renta a partir de lo que vendés con proporcionales por promociones y otros tipos de ítems, que te alcanza para pagarle a la gente y las cargas sociales, más tu sueldo. Y no estás hablando de millones de pesos, son números justos. Cuando te aparecen con inventarios de 150.000 o 200.000 pesos abajo (en plata de 2014), no tenés forma de corroborarlo. Con el tiempo, uno descubre que hay productos que nunca llegaron al negocio en el transcurso del mes. Ese inventario que generan es solo una tira de conteo, que quiere decir que tanto yo como ellos desde el sistema central la pueden modificar. Cuando ellos hacen el conteo alguien cuenta mal. Con que solo un producto de cada ítem que no cuenten, yo tenía una pérdida que rondaba los 40.000 pesos a números de 2015. Y no podías decir que el inventario estaba mal: no te decían cómo daba hasta la fecha de pago de la liquidación. Te llegaba con el tiempo justo para que le pagues a tus empleados y las cargas sociales, no podías negarte porque tenías que agarrarla sí o sí”.

En la Argentina, según datos relevados por ex franquiciados, se calcula que existen entre 200 y 300 casos de este tipo. A todas ellas y ellos, el primer mes los números les cerraban, el segundo también, pero ya para el tercero o cuarto la liquidación directamente les llegaba en negativo. Entonces comenzaban a acumular una deuda respecto de la empresa por la línea de préstamos que DIA les extendía para saldar esas liquidaciones negativas. Les ofrecían cuotas a un interés altísimo, con el respaldo de las prendas, hipotecas y pagarés.

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