Invitado por la Profesora Mónica Carretti, quien dicta el Taller de Escritura en el Centro Cultural y en la UNSAdA, el escritor baraderense Federico Jeanmaire vino a dar una charla para alumnos y ex alumnos del taller, en el marco de las actividades de extensión que realiza la Universidad en nuestra ciudad. La misma, abierta también a la comunidad, se realizó en la noche del martes en la Biblioteca Municipal “Fray Luis de Bolaños”, contando con la presencia de una importante asistencia de público.

En el ambiente ideal, la calidez humana de Federico se sumó al respeto de un público participativo y ávido de literatura, a un ida y vuelta de la casi una hora y media de diálogo.

Con la bienvenida de la Sra Intendente Municipal Fernanda Antonijevic, de la Vice Rectora de la UNSAdA, y de la Profesora Mónica Carretti dio comienzo el encuentro.

Federico no vino a compartir ningún libro en particular sino a realizar una charla taller para tanta gente en Baradero que tiene ganas de escribir. La idea es hablar del rol de escritor.

¿Qué te pasa cuando escribís? ¿Siempre tenés motivación? ¿Tenés una idea antes de escribir, sobre lo que vas a escribir? o ¿La historia va surgiendo sola?

“Cada persona tiene su forma de contar lo que va a escribir. Hay escritores que necesitan saber mucho antes de escribir, incluso saber el final de lo que van a escribir. Yo soy de los escritores que no saben sobre lo que va a escribir, sé un poco y me dejo llevar por lo que va saliendo. La última vez que estuve acá, les conté que iba a escribir una novela sobre un transexual. La escribí y salió totalmente distinta a lo que pensaba. Tan distinta y tan rara que mi editorial española no la quiso. Va a salir acá en septiembre, con otra editorial diferente. Casi siempre me pasa así, tengo una idea, pero después me dejo llevar. Ahora estoy en un proyecto, sé el nombre de los 169 capítulos, sé que se va a llamar la guerra. Acabo de llegar de Francia, de una ciudad en el SO de Francia cerca de Nantes. Es el segundo puerto más importante de Francia y tuvo mucha relevancia durante las dos guerras mundiales. Es imposible caminar esta ciudad sin pensar en la guerra. Allí se encuentra la base de submarina alemana. Cuando terminó la guerra los franceses quisieron destruirla pero no pudieron, ahora es un Centro Cultural. Tengo muchas ganas de escribir sobre eso, hubo una batalla muy importante en ese lugar en la segunda guerra donde murieron 169 británicos. Por eso sé el nombre de los 169 capítulos. Hasta ahora es lo único que sé sobre esta novela que quiero escribir. Sé también que a mi padre le gustaba una serie que se llamaba Combate, la mirábamos de chicos y ahora, con este proyecto, la estoy viendo otra vez”

¿Cuál es tu metodología a la hora de escribir?

«No creo en la inspiración. La inspiración  es de la época  del romanticismo. Los seres humanos que escribían se llamaban “Genios”. Este concepto romántico de inspiración sería como que alguien no escribe durante catorce años y un día se levanta y escribe una genialidad. No se puede, por lo menos para mí, ser escritor de esa manera. Cuando uno es escritor, trabaja todos los días. La literatura no se hace con ideas, se hace con actitud. Hay que pensar todos los días sobre lo que se va a escribir, y escribir todos los días. Se aprende a escribir escribiendo. No existen grandes ideas, hay que trabajarlas.

Una de las formas de trabajar del escritor es leer. El que quiere escribir no es un lector normal qué solo va a disfrutar o no de la lectura. Es un lector que constantemente le tiene que estar preguntando al texto, si no lo hace no puede aprender a escribir. Yo aprendí a escribir con “El Quijote”, nunca fui a un taller. El Quijote me enseñó todo lo quise saber. Y no sólo leer mucho. García Márquez decía, yo no leí muchos libros, pero los leí bien. Preguntarle al libro por qué están escritos de la manera en que están escritos, por qué nos gusta o por qué no nos gusta lo que estoy leyendo.

No uso comparaciones. No me gustan ¿Por qué supe que no me gustaban? Porque de chico leí libros de una colección que tenía mi padre, llenos de comparaciones, si no hubiese leído esos libros hoy quizá escribiría con comparaciones. Es muy útil leer. Muy útil para escribir.

¿Por qué te gusta romper las reglas del idioma, jugar con las palabras?

La gente piensa que los escritores escribimos bien, pero en el fondo la literatura es una discusión, no se trata de algo correcto, perfecto. Todos estamos discutiendo sobre lo que leímos, estamos eligiendo escritores, tomamos partido por uno u otro. A la literatura argentina le llevó mucho tiempo salir del prejuicio que decía que la literatura era diferente al habla. Mucha gente cuando empieza a escribir piensa que usar palabras difíciles es literatura. Mi trabajo con la lengua es romper determinadas cuestiones. Lo hago porque me divierto cuando escribo, porque literatura no es repetir lo que ya está escrito y porque me habilitan libros y me habilita gente. Corto frases donde la gramática no me lo permitiría. Lo hago porque escribo como escucho a la gente hablar y porque la página tiene mucho negro y poco blanco. Y no me gusta ver todo escrito. Me gusta llamar geografía a cada página, y hago dibujos. En literatura no se puede inventar de la nada. Lo que he hecho es leer a los escritores que me permiten hacer esto Cortázar, Di Benedetto, Sarmiento. Esta es la tradición literaria que me habilita a hacer lo que elegí. Cada escritor elige su propia biblioteca. Cada escritor elige en que lugar escribe. Ser literario es ir construyendo una estética con lo que se va escribiendo.

¿Cuándo dejás de corregir? ¿En qué momento decís ya está y soltás el texto para publicar?

“Los editores siempre piden cambios. Generalmente no los hago. Me encanta corregir. Corrijo mientras escribo. Cuando empiezo a escribir, tengo un límite de tres páginas por día. Cada día cuando comienzo mi trabajo de escribir, no lo hago por donde dejé, sino que leo y corrijo desde el principio. Cuando al corregir vuelvo a poner lo que había sacado, digo ya terminé. A publicar.

Hablando siempre del escritor, vos escribís para vos ¿Siempre es así? ¿No se piensa en la editorial?

El escritor de verdad siempre escribe para uno. Hay quien escribe para otros y vende muchos libros. Yo elijo escribir para mí. Si a la editorial que trabajo no le gusta lo que escribo, busco otra que le guste. Cosa que me pasó recientemente. No escribo género. En los géneros siempre tenés que tener en cuenta al otro. Tengo esa libertad.

¿Cuesta ponerse en el lugar del personaje a la hora de escribir?

No. En el caso de “Más liviano que el aire” tomé como ejemplo a mi vecina de 93 años. La forma del habla es una construcción, uno lo toma de gente real, las amigas de mi madre, por ejemplo. En el caso de “Tacos Altos”, fui a China, el personaje habla en presente, porque los chinos no usan el pasado. En “Miguel” para que la lengua se parezca a la de la época de Cervantes, tardé cuatro años en escribirla. En “Mitre”, los personajes hablan como hablaban mis abuelos, de usted. En literatura se trata de construir la lengua para un personaje. Es lo más divertido. Así se pone al lector en un lugar que lo hace preguntare sobre la lengua.

Agradecemos a la organización que tan valiosa presencia haya sido abierta a la comunidad. Como siempre un verdadero placer escuchar a un grande de la literatura nacional. El baraderense Federico Jeanmaire.

 

 

 

 

 

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