En más de una ocasión (seguramente habrá otras), esta publicación se ocupó de destacar la actuación histórica de un hijo de Baradero al que ni los propios baraderenses conocen lo suficiente.
Manuel Alejandro Pueyrredón nació el 3 de mayo de 1802 en Baradero. En 1818, insistió ante su tío, el entonces Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, para que lo incorporara al ejército y éste lo recomendó al General San Martín, que por ese entonces estaba en Chile. Llegó en ese país a ser el edecán del Libertador. Luego actuó con el General Freire y estuvo en diversas batallas en el sur, enfrentándose a los terribles araucanos, donde fue herido. Se plegó a nuevos combates en luchas intestinas contra los caudillos Ramírez y Carrera. En 1822, combatió junto al Gral. Martín Rodríguez en la campaña contra los indios en el sur de la Provincia, de Manuel Alejandro se dijo alguna vez que «se trata del oficial que posee en su cuerpo màs heridas de combate que años de edad». Fue edecán del Gobernador Dorrego y este le encomendó misiones de mucha confianza en Montevideo. En 1830, con sólo 28 años de edad, fue ascendido a Teniente Coronel. Fue destituido por el Gral. Balcarce. En 1835 se exilió y en 1839 se plegó a las fuerzas del General Lavalle, pero por desacuerdo con éste emigró al Brasil. Luego se radicó en Montevideo. De regreso al país ejerció diversos cargos en Paraná y en Rosario, ciudad donde falleció el 10 de noviembre de 1865, curiosamente el mismo día del fallecimiento de su sobrino dilecto, el poeta, escritor, político y gran patriota, José Hernández.

El plan Maitland

Casi todos los historiadores argentinos han sostenido que San Martín fue el ejecutor de su propia idea. Cruzar los Andes, tomar el control de Chile e ir por mar a destruir el corazón del imperio español, fue –según la historiografía argentina– una inspiración genial del Libertador, en la cual nadie influyó y a la cual nadie hizo aporte alguno.
Semejantes afirmaciones no se han hecho para negar la posible influencia del Plan Maitland, que permaneció oculto e ignorado en un archivo escocés hasta 1981. Lo que se ha querido negar al proclamar a San Martín como autor único de la idea, es la coautoría de otro argentino, Tomás Guido.
Es precisamente el baraderense quien en sus escritos, ratifica plenamente que el plan de cruzar la Cordillera de los Andes para dar libertad a Chile y proseguir luego hacia el Perú, le pertenecía al general Tomás Guido, amigo dilecto del General San Martín y padre del poesta a quien casi todos conocen por sus afamados versos: «argenrtino hasta la muerte».

Guido en Londres

En 1811, Guido había pasado, como San Martín, algunos meses en Londres.
Fue como consecuencia del viaje fatal de Mariano Moreno, enviado a Inglaterra por la Junta Gubernativa «en misión especial, con el propósito de obtener ayuda (británica) para el rebelde virreinato del Río de la Plata».
La Junta designó a Moreno dos secretarios: su hermano Manuel y Guido. Cuando Mariano Moreno murió en alta mar. Manuel se hizo cargo de la misión y Guido continuó en la secretaría.
En Londres, los dos mantuvieron diversos contactos con funcionarios del gobierno británico. Según Mitre, también se encontraron allá con San Martín.
Guido regresó a Buenos Aires antes de terminar 1811, convertido (como San Martín) en miembro de la Gran Reunión Americana. Cuando San Martín y Alvear llegaron de Londres en la «George Canning», Guido los esperaba para sumarse, desde el inicio, a la Logia Lautaro.

Coronel Pueyrredón: «El primer pensamiento fue de Guido»

El coronel Manuel Alejandro Pueyrredón, sobrino de Juan Martín de Pueyrredón y oficial de San Martín (se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo en Chile, 1819) afirmó a fines del siglo XIX en sus memorias Campaña del Ejército de los Andes: «El primer pensamiento de una expedición a Chile pertenece al oficial mayor del Departamento de Guerra don Tomás Guido. Con los medios y conocimientos que le proporcionaba su puesto oficial, y un espíritu de cálculo que siempre ha distinguido a este benemérito ciudadano, formuló sus ideas, que comunicó a su amigo el general San Martín».
Con énfasis agrega Pueyrredón: «La gloria de este pensamiento nadie puede disputarla al actual brigadier general don Tomás Guido. Al César lo que es del César (…) Pero cuando, dominados por pasiones de partido, se le ha querido defraudar de esta gloria, el general Guido se ha visto en la necesidad de dar a luz, por la imprenta de Paraná, en 1861, el Proyecto de Expedición presentado al supremo director en 20 de mayo de 1816, siendo delegado el general don Antonio Balcarce, que la remitió al propietario, general don Juan Martín de Pueyrredón, con una nota de remisión, la contestación del propietario aceptando de lleno la idea y una carta al señor Guido felicitándolo por el honor que le cupo en la idea».
Pueyrredón destaca que, luego de ser nombrado «Jefe del Estado» por el Congreso de Tucumán, Juan Martín de Pueyrredón «delegó sus facultades en el general Balcarce» y «marchó para Salta» con el fin de «llevar la guerra por aquella parte hasta derribar, si era posible, al virrey de Lima».
«Como la idea de la expedición a Chile no había aparecido aún» en 1816, Pueyrredón, «decidido fuertemente a dar libertad al Perú», avanzó por tierra hacia el norte.
En esta situación se hallaban las cosas, cuando recibió el supremo director la memoria redactada por el oficial mayor don Tomás Guido, que le fue remitida por el delegado Balcarce. Después de bien meditada, estudiada y consultada, el director Pueyrredón varió su plan y se decidió por la Expedición a Chile, regresando en el acto para Tucumán. Inmediatamente impartió órdenes para que tanto los cuerpos como los convoyes de artículos de guerra que ya hubiesen salido variasen el rumbo y se dirigieran a Mendoza, confiando al general San Martín la ejecución de esta gran obra.
Ese habría sido el desenlace de un largo proceso, durante el cual San Martín y Guido habrían procurado torcer el rumbo que llevaba la guerra revolucionaria y orientar los esfuerzos a tomar Chile y seguir por mar al Perú.

Final ¿final?
A manera de colofón, una vez más insistimos en señalar que increíblemente, este hombre nativo de Baradero, cosa que con orgullo confiesa en sus libros, no posee en nuestra ciudad más que una placa recordatoria en el basamento del monumento a San Martín de la Plaza Mitre y que nunca nadie se acordó de ponerle su nombre a alguna calle de la ciudad, aunque sí de imponerle a una de ellas el de… Jhonn Kennedy.

GM
Fuente: Baradero cuatricentenario y propias.

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