La posibilidad de volar se convirtió en una suerte de obsesión para Matías Ronzano durante su adolescencia y gran parte de su juventud. Una vez que finalizó la escuela secundaria en Lincoln se empecinó en desarrollar su vida con un único objetivo en mente: poder convertirse en un piloto de una aerolínea comercial.

Como cualquiera que intenta adentrarse en la industria aeronáutica, Matías sabía bien que los cursos de entrenamiento para recibir la habilitación como piloto no eran baratos. Y para eso, decidió aceptar cualquier tipo de trabajo con tal de poder recibir las clases de instrucción.

Llegó a realizar durante años apoyo logístico desde tierra a aviones de fumigación. Llegó a atender a los visitantes en la puerta de un importante circo cuando éste acudía a los pueblos de su zona. Y de a poco, los cursos empezaron a rendir sus frutos: en sus primeros años en el aire, cambió la venta de volantes por volar un avión que emitía mediante altoparlantes la publicidad sobre el espectáculo que llegaría a cada pueblito.

En la actualidad, Ronzano no hacía más que crecer en su camino dentro de la aeronáutica. Había logrado recientemente el permiso para pilotar aviones presurizados y su meta de alcanzar las aerolíneas comerciales estaba cada vez más cerca.

Sin embargo, el sueño del piloto sufrió un impasse. La avioneta que pilotaba junto a su amigo y colega Emanuel Vega y junto al empresario Matías Aristi perdió contacto con la torre de control del aeropuerto de San Fernando pocos minutos después de haber despegado. Habían partido rumbo a la provincia de Formosa y hoy todavía tanto ellos como el avión siguen desaparecidos.

Carlos Malaspina es un empresario agropecuario de la ciudad de Pehuajó. Conoció de cerca a ambos pilotos, ya que tanto Vega como Ronzano trabajaron con él en su empresa y hasta construyeron un vínculo de amistad que se mantiene hoy en día.

«Con Emanuel había trabajado durante años. Ahora, él pilota el avión de la empresa de un amigo. Cuando yo compré un avión para mi empresa, le pedí que me recomendara a alguien y ahí apareció Matías. Estuvimos juntos desde mediados de 2016 y generamos más que una relación profesional, ya éramos amigos», expresó Malaspina.

El empresario detalló cómo Ronzano hablaba una y otra vez de los sacrificios que debió hacer para poder desarrollarse dentro de la aviación y cómo él decidió aportar lo suyo al enriquecimiento de su carrera. «Él me decía que ya necesitaba dar un salto más en su carrera, quería pasar a los aviones presurizados. Entonces, a finales del año pasado, yo le presté dinero de mi bolsillo para que pueda acudir a los cursos de entrenamiento y pudiera conseguir la habilitación«, le dijo Malaspina a este medio.

Los vuelos y los aviones ocupan todo el día de Ronzano y Vega. Son materia de conversaciones profesionales, chistes, posteos en los perfiles de las redes sociales. Tienen un lugar primordial en sus vidas.

«Estos chicos viven decididamente para la aviación. Hablan todo el tiempo de eso y lo llevan con una pasión desmedida. Cuando hicimos algunos viajes los tres juntos, era todo alegría. Tomábamos mate, nos contábamos nuestra vida. Eran tan profesionales y responsables como buena gente», describió Malaspina.

Unos pocos meses después de recibir una ampliación de permisos en su licencia, Ronzano le comunicó a Malaspina que iba a abandonar la empresa, una mejor oportunidad profesional había surgido: «Me dijo que iba a poder pilotar un avión presurizado y que era algo muy importante para su carrera. Por eso, se fue con la gente de Aibal, en Bragado. Yo entendí desde un principio su postura y le pedí que me recomendara a otro amigo para que pueda seguir con mi avión», explicó Malaspina.

Aibal es una de las empresas que manejaban Ignacio Aristi y su hijo Matías. Se trata de una familia tradicional y muy conocida en todo Bragado, que logró posicionarse económicamente gracias al acopio de granos y a la actividad agropecuaria.

«Acá los conocen todos. Son una familia muy, muy rica y muy buena. Siempre están presentes para los vecinos, nos saludan a todos en la calle. Acá nadie puede creer lo que pasó con ese avión. Estamos todos shockeados», relató Mario Achaga, uno de los vecinos de la ciudad bonaerense.

El tercer integrante del vuelo y propietario del avión con turbo hélice bimotor Mitsubishi, con matrícula LV MCV es Matías Aristi, quien había seguido los pasos de su padre y ya comandaba varios campos que la familia manejaba en diferentes puntos del país.

«Matías vivía para el trabajo y era un chico responsable. Desde muy pequeño se vio que iba a poder seguir con el negocio de su papá. Desde que desapareció el avión, no se habla de otra cosa en el centro de la ciudad. No sabemos cómo ayudar», dijo Achabal.

Roberto Bottino es piloto de Bragado y amigo de Aristi desde hace mucho tiempo. Como la gran mayoría de los habitantes de la ciudad, no sale de la sorpresa por lo sucedido. «Matías es ingeniero agrónomo y se ocupaba de la actividad agropecuaria de la empresa. Este era un viaje normal, prácticamente de rutina a un campo que ellos tenían en ‘Las Lomitas’. Además, el viaje lo hacía con gente conocida», le explicó el piloto a Radio Provincia.

Bottino enterró así cualquier tipo de hipótesis que supondría que Ronzano y Vega apagaron el «transponder» adrede y aterrizaron luego en otro destino.

«Lo descarto de plano. A los Aristi los conozco desde hace mucho tiempo y no tengo la más mínima duda de su conducta y honorabilidad. Su patrimonio lo construyeron a base de esfuerzo y sacrificio», afirmó el piloto de Bragado.

Aún resulta un misterio lo sucedido en el aire con el avión Mitsubishi. Según sus conocidos, Ronzano se mostró tranquilo en los últimos segundos de la conversación con la torre de control. Por lo cual, se desconoce qué pudo haber pasado una vez que se cortó la comunicación.

«A Matías lo escuché tranquilo. Él estaba preparado para cualquier tipo de desperfecto. En su momento me dijo que en sus primeros vuelos con el Circo Rodas había tenido que realizar un aterrizaje de emergencia y habitualmente practicaba en los simuladores mecanismos de respuesta ante imprevistos técnicos de la nave», dijo Malaspina.

Hasta el momento, los especialistas consultados por este medio descartaron la posibilidad de que hubiera un cuarto integrante en la nave, rumor que surgió con fuerza en las últimas horas.

Mientras tanto, las familias directas, que aún no quisieron hablar en público, aguardan cada minuto poder ver sanos y salvos a los tres integrantes de la nave. Buscan poder resolver la incertidumbre de lo sucedido a esos amantes del vuelo mientras llevaban a cabo su pasión.

Por Joaquín Cavanna

Infobae.com

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