El Café «Los Angelitos», gracias al aporte juvenil de Salvador Sabatella, ha logrado imponerse como un lugar de amplia concurrencia, donde los antiguos parroquianos no se sienten abordados o incómodos con los nuevos clientes, y los nuevos encuentran atractiva esta fantástica mezcla donde el «quiero re truco» de un rincón se cruza con la selfie del grupo de amigos que comparten una cena.
Crecido entre mostradores, mesas, carta y porotos, Salvador encontró en el detalle la composición exacta para hacer que lo heredado siga siendo un negocio, revalorizando ese espacio histórico de la ciudad.
Como detalle le dejamos una perlita divertida de este lugar nuestro que se aggiorno pero jamás perdió la esencia.
El pintor especialista en el arte del «filete» que le dio un toque particular al Café Los Angelitos, pintó en una mesa del bar, una leyenda muy adecuada para «cuidar el negocio», no sea que haya algún desprevenido.
El Diario de Baradero
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