Algunos casi siempre son parcos y suelen mirar hacia el suelo. Los hay elocuentes y gesticulantes. Miran a los ojos. Son, en definitiva, personas humanas y tienen, por lo tanto, las características propias de ellas. Los humanos somos, en los papeles y ante Dios, todos iguales, pero en la práctica la realidad es muy distinta. El lugar de nacimiento, la familia dentro de la cual se nace (que a veces ni existe), las “luces” con las que Natura nos ha dotado y una serie de condiciones nos van formando, nos van preparando para la vida y ese camino suele resultar muchas veces azaroso, pues habrá quien lo recorra como si pisara pétalos de rosa mientras otros solamente posarán sus pies sobre espinas y además, descalzos.

Una abuela sabia solía decirnos: “La vida es como asomarse a una ventana” y hacía referencia así a la escasa duración de nuestro paso por este mundo. En tan corto lapso, aquellos a los que la carga les ha tocado pesada y mal repartida, tienen dificultades que deberían ser subvenidas por la sociedad, que para ello destina parte de la riqueza que produce; pero que raras veces llega a destino como se lo había planeado.

Toda la estructura social se resiente en épocas de crisis y los niveles de pobreza a los que llegó nuestro país durante la segunda década infame, la de los 90, caló profundamente en todo el tejido social.

¿Quién conoció los piquetes antes de esa época? Nadie, porque el piquete es una modalidad surgida en esos años como producto de la tremenda exclusión social y de la pérdida del estado de bienestar que había logrado la Argentina hasta el año 1976.

Es necesario comprender que nuestro país se transformó a partir de ese año y que lo que ahora llamamos «bolsones de pobreza» no existían antes de esa fecha aciaga.

El neoliberalismo, implantado a rajatabla durante los años del llamado Consenso de Washington, trajo como inevitable consecuencia el incremento de la pobreza y son ello una desigualdad social de las peores ya que también se exacerbaron los conceptos individualistas que aún perduran en amplias capas de la sociedad actual.

Hace pocas horas hubo una movilización convocada por vecinos que han sufrido algunos problemas acompañados por otros que temen correr la misma suerte. Nos parece bien que se expresen, todos tienen derecho a hacerlo. Pero de la misma manera recordamos a los que parecen olvidados de Dios y de nosotros.

Los vecinos reunidos en el salón del HCD temen por lo que llaman “inseguridad” y es entendible que teman. Algunos han sido robados, incluso más de una vez y hay otros que están atemorizados ante la posibilidad que sean ellos las próximas víctimas.

Sin desmedro de ello nosotros hemos puesto la vista y también el corazón en otros vecinos que padecen desde hace tiempo de la inseguridad pero para los que no se han organizado ni protestas ni marchas siendo que estos vecinos padecen por doquier la inseguridad de no saber dónde, cómo y con qué abrigo dormirán por la noche. La de no tener ni idea de si habrá en su mesa algo para comer esta jornada y menos la de mañana. La de no saber con qué adquirir el medicamento que necesitan para curar a sus hijos. Mitigan el frío mediante la ancestral ayuda del fogón y la más moderna de la llama de un calentador o cocina… siempre y cuando haya gas en la garrafa.

Frente a tantos padecimientos de esos compatriotas duele ver la indiferencia, por supuesto, pero mucho más duele cuando se los estigmatiza por su procedencia, se los juzga prejuiciosamente y se los califica sin piedad. Vagos, chorros, villeros, haraganes, gentuza y otras lindezas son algunas de las palabras que los “educados” utilizan para referirse a ellos. Parece que a nadie se le ocurre que esas personas son tan argentinos como todos y con los mismos derechos que los demás.

El enorme José Hernández ya nos había advertido “que son campanas de palo las razones de los pobres”; pero causa una profunda tristeza comprobarlo.

 

Gabriel  Moretti.

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3 COMENTARIOS

  1. la culpa de todo esto la tienen los gobiernos que nos desgobiernan, como el actual. en la nota se habla de la epoca infame de los 90 (menem), pero nada se dice que el culpable de esa decada infame es el principal aliado del actual gobierno.

  2. Frente a tantos padecimientos de esos compatriotas duele ver la indiferencia, por supuesto, pero mucho más duele cuando se los estigmatiza por su procedencia, se los juzga prejuiciosamente y se los califica sin piedad. Vagos, chorros, villeros, haraganes, gentuza y otras lindezas son algunas de las palabras que los “educados” utilizan para referirse a ellos. Parece que a nadie se le ocurre que esas personas son tan argentinos como todos y con los mismos derechos que los demás
    Propongo una marcha, estos se mueren en silencio, la sociedad los mira de reojo, …perooo, siempre y cuandon no se transformen en los chicos de la gorrita… esto también es inseguridad, pero!!!

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